Entró en su despacho y le llamo la atención un sobre blanco que descansaba encima de una montonera de expedientes, destinatario Lola Mingo, sin remitente.
En la carta ponía:
No tienes muy buena cara Lola, deberías dejar de vaciar botellas de ese veneno. Los jueces debéis estar sobrios.
Tienes 24 horas para encontrar al joven más brillante de la universidad de Salamanca, si no es así, no contará su gesta.
Feliz búsqueda.
Hizo una foto a la carta con su móvil y se la mando al comisario Leyva. Inmediatamente recibió una llamada con número oculto. Y otra vez esa voz metálica, distorsionada, que cada noche Lola reproducía en su mente antes de quedarse dormida gracias al a los efectos del mezcal. La voz dijo: tendrá frio Lola, no pierdas tiempo.
Se volvió a iluminar su móvil, esta vez, era Leyva.
En 2h llegó a la comisaria de Salamanca, allí ya habían desplegado un operativo para encontrar a Álvaro Ferrer, el joven de 22 años calificado con cum laude en criminología. Nadie lo había visto desde que el domingo por la noche llevara a su novia a casa después del cine.
Después de sorber un par de veces el café que le sirvió la camarera del bar más austero del centro de salamanca y después de masajearse las sienes de forma compulsiva, Lola se dirigió al comisario, esto no puede estar pasando otra vez, ese mal nacido está muerto y enterrado, yo lo vi con mis propios ojos hace tres años. Leyva la cogió las manos que ella entrelazaba encima de la mesa, no puede ser el mismo, seguro que se trata de un imitador dado a que la serie que hicieron después de cerrar el caso dio muchos detalles de la investigación. Le vamos a coger Lola, te lo aseguro. Ella levanto la mirada y se detuvo en un poster de propaganda de refrescos de los años 80 que adornaba una de las paredes del bar. En ese momento recordó las palabras de la voz metálica (tendrá frio) Parecía demasiado limpio en comparación con el resto de cuadros y estanterías llenas de trofeos de mus que decoraban el bar. Le pregunto a la camarera que desde cuando tenían ese poster, ella paso 5 años de carrera desayunado ahí y no lo recordaba. Lo trajo el otro día el hijo de mi jefe, dijo la joven. Se acercó a la pared y vio escrito Debajo del vaso repleto de hielos, distribuidora Clemente. C/ Bejar 36.
Ahí es, le dijo al comisario y salió corriendo hacia su coche, te he encontrado chaval, repetía mientras se dirigía a toda prisa hacia donde le decía la voz del navegador.
Entro en la nave abandonada detrás de cuatro policías, que una vez dentro gritaron, despejado. Álvaro estaba maniatado y una cinta americana le tapaba la boca, estaba inconsciente, lo contaría.
Al llegar a su casa Lola vio que sobresalía un sobre blanco del viejísimo y pequeño buzón. También sin remitente.
A partir de ahora no será tan fácil.