Afortunado
Javier Asensio Soto | Moriarty

La policía vino a mi casa al día siguiente de que lo encontraran hablando conmigo. Se sentaron en el salón mientras el ventilador agitaba el aire caliente de una casa que había estado cerrada durante todo el día.

—Me ha explicado su vecino que lo vio hablar con usted hace unos días.
—Así es. Vino a mi taller a que le cambiara el color de su coche. Lo quería azul metalizado.

Mientras el ayudante tomaba apuntes y sorbía con ganas el zumo de naranja que le había ofrecido, les conté además que la noche anterior lo había visto salir del edificio cuando yo iba a dejar la bolsa de basura en la puerta. Que además, me señaló con la cabeza la puerta del ascensor por si quería entrar también.

El inspector se puso frente a mí.

—Ha tenido mucha suerte de no haber bajado junto a él. Ese psicópata podría haberlo matado también.

Asentí varias veces. Quizá de manera exagerada. Nunca es fácil tratar con policías. Aunque para ellos debió ser suficiente, puesto que se marcharon después de estrecharme la mano con condescendencia.

Las palabras del inspector no podían ser más acertadas. Estoy completamente de acuerdo en lo afortunado que he sido. Lo que trato de decir es, que he tenido mucha suerte de que ni el inspector ni ningún otro policía hayan abierto mi armario. Probablemente no hubiera sido de su agrado ver la hermosa cabeza pelirroja que guardo en su falso fondo.