Karla despertó de mal humor, hoy se reincorpora de nuevo a la comisaría del distrito de Salamanca, pero antes necesitará tomarse un sustancioso desayuno en su restaurante preferido. Se puso el chubasquero y bajó utilizando las escaleras, en el rellano tropezó con el nuevo vecino, le oyó mudarse frente a su piso al poco tiempo de cogerse la baja laboral por depresión, aún no habían coincidido ni una sola vez, llevaba el cuello del abrigo subido, tapándole casi toda la cara, sombrero y un paraguas en la mano. Le dio los buenos días, él no hablo, ella se encogió de hombros y siguió bajando. Aceleró el paso al llegar al segundo piso, no quería cruzarse con el vecino sordo, solían pasear juntos, aunque seguramente seguiría enfadado por haber golpeado su puerta esa noche, tenía la música a todo volumen y ningún residente conseguía dormir. Acabó su café, dio el último mordisco a su bocadillo y justo antes de salir del local recibió una llamada de jefatura. Regresó al edificio en el que vivía para atender el nuevo caso de homicidio que le acababan de asignar. Dentro del portal estaba Mario, su ex novio y forense. Karla le saludo sin ganas y esquivo el beso que él se empeñaba en darle. ¡Odiaba tenerle cerca!, siempre se arrepentirá de claudicar ante sus jefes y retirar la orden de alejamiento por acoso que interpuso contra él. Subieron al segundo piso, la puerta estaba abierta, su amigo yacía tumbado boca arriba con una herida mortal en el corazón. La vivienda no estaba revuelta por lo que el robo quedó descartado. Cerca del cuerpo había marcas de barro, quiso saber la hora de la muerte y se volvió hacia Mario al que sorprendió observándola con esa mirada fría, siniestra y celosa por la que le dejó. El forense, sin mirar a la víctima contestó – el cuerpo está aún caliente, quizás menos de dos horas, -La última amonestación que le di para que bajara el volumen fue sobre las 04:00 h. de la madrugada, por lo tanto a esa hora estaba vivo, la música dejó de oírse unos sesenta minutos más tarde y no se volvió a escuchar nada extraño, es posible incluso que el asesino esté cerca- pensó en voz alta. Giró sobre sus talones, subió los peldaños de tres en tres hasta su planta y toco el timbre de la casa, nadie abrió. Se coló dando una fuerte patada. La vivienda estaba vacía, esparcidas sobre una mesa decenas de fotos suyas con un aspa en los rostros que la acompañaban, en el baño estaba el abrigo empapado y el paraguas con sangre en la punta. Bajo lentamente las escaleras buscando respuestas. – ¿Quién es el nuevo vecino?, ¿Quién ha llamado a la policía?- Se paró frente a Mario, observó que a pesar de que la lluvia no había cesado, él estaba completamente seco. Entonces lo entendió todo, se aproximó sin dejar de mirarle y sacando su arma le detuvo por asesinato.