ALGO EXTRAÑO
Selena Camarzana Carassale | Viriviri

Algo extraño ocurría. Un olor rancio, una sombra en la cocina, objetos destrozados. Había llegado antes a la casa, y el azar hizo que se encontrará con esa escena. Se sintió Sherlock Holmes, y si bien sentía un poco de miedo aunque quisiera ocultarlo, se dispuso a investigar.
La escena era espeluznante. Evidentemente el hecho comenzó en la cocina, pero las huellas indicaban habían estado en toda la casa.
Sospechó que no era la primera vez que habían entrado, y un escalofrío le corrió por la espalda. Pero esta vez algo salió mal, y los destrozos eran la prueba de ello.
Había suciedad y restos de muchas cosas, la fiesta había sido aprovechada por los participantes. En un rincón vió, lo que creyó ser la víctima.
Era el momento de llamar a la policía o al menos, a alguien que pudiera ser un refuerzo en esa situación. Sin embargo la curiosidad pudo más, y se adentró solo en la casa.
Quiso ser sigiloso, porque sabía que los delincuentes aún se encontraban en la allí. De repente, se sintió muy valiente. Pensaba en sus queridas posesiones, y entró a defenderlas, con uñas y dientes si fuera necesario. Solo por valor sentimental y afectivo. No escuchaba a su fiel perro y no podía dejar de pensar en él.
Al descubrir los destrozos iba comprendiendo la situación. Claramente al no hallar nada valioso, rompieron todo lo que encontraron.
Seguía silenciosamente inspeccionando cuarto por cuarto, cuando un ruido hizo que los descubriera. Estaban ahí, y durmiendo la mona los muy atrevidos.
Cuando se acercó, despertaron. Uno salió espantado, el otro lo miró fijo. Muy fijo.
El ladrido, el lengüetazo de amor y el rabo de felicidad al verlo, no bastaron para conseguir el perdón. Sus ojos suplicantes si le ablandaron el corazón. Pero fue reprendido con firmeza.
El alivio de saber que estaba bien, se mezclaba con la risa y el enojo en partes iguales.
Firulais le abrió la ventana a un gato callejero, su amigo, y entre ambos se comieron el jamón que reposaba en el mesón: esa era la víctima. Luego, jugaron, hasta caer rendidos.
Firulais está en penitencia.
Y el gatico en búsqueda y captura. Quiere encontrarlo para adoptarlo, y que viva con su amigo una mejor vida.