ANHELO DE UN TÍTERE
Maider Espadas García | Maider Espadas

Benevolencia ha muerto.
¿Cuál de los cuatro anhelos restantes del que fue mi corazón lo habrá asesinado?
Hubo un tiempo en el que el latir de mi pecho era desenfrenado, pero si la llama ardía todo el tiempo mi energía se consumía y mi mente se llenaba de ceniza. No tuve opción, fue preciso extirpar el órgano para liberar mi razón de la niebla disuasoria. Lo fraccioné en cinco anhelos: Venganza, Libertad, Amor, Benevolencia y Poder. Con cada palpitar desprendido avivé una marioneta, componiendo cinco vidas.
«Contemplar mi creación desde la distancia, como una melodía lejana e incapaz de asfixiarme, será más seguro», pensé.
Pero han matado a Benevolencia.
Su cuerpo yace sobre lo que, para alguna de mis cuatro marionetas restantes, será la justicia. El filo desgarra el ápice de bondad que conforma su corazón, antes amarillo, ahora rojo, casi humano.
He desprestigiado mi oficio como titiritera a consecuencia de obsequiar la voluntad al títere, que tiene manos y ha aprendido a manejar sus propios hilos. Uno de mis títeres ha apuñalado a otro, anulando mi identidad. Mi gabardina se torna beige, mis ojos se convierten en lupa, mi piel se tiñe de detective.
¿Quién y por qué sentiría la necesidad de eliminar la bondad del escenario?
¿Venganza? ¿Libertad? ¿Amor? ¿Poder?
Forjar una relación requiere un acuerdo de bondad entre individuos, es esencial mantener ese principio para permanecer en el vínculo forjado y no destruirlo. Por tanto, no ha podido ser Amor.
Alcanzar la emancipación de una comunidad requiere de un acuerdo de reconocimiento de la humanidad en el otro, sin ello, habrá individuos que se impondrán sobre otros y no todos serán completamente libres. Por tanto, no ha podido ser Libertad.
El dominio necesita de individuos benevolentes sobre los que imponerse y gobernar, y eliminar la bondad supondría la caída del imperio. Por tanto, no ha podido ser Poder.
Entonces, ¿Venganza?
No se me ocurre una razón por la que a Venganza le convendría que Benevolencia permaneciera con vida, pero tampoco el porqué de eliminarlo. Por tanto, si la bondad es indiferente para la revancha, no ha podido ser Venganza. Entonces, ¿quién?
Mi visión se nubla, como aquel tiempo en el que los latidos me dominaban. La superficie cortante ha atravesado mi vacío y sobresale por la gabardina. No hay sangre, pues no tengo corazón, un ápice del que tuve aviva las manos que incrustan la daga por mi espalda.
—¿Por qué? —Pregunto a quien avivé y ahora me quita la vida.
—Benevolencia era un farsante que se creía superior por hacer el bien. Hacer el bien es una limitación que coarta la libertad. —Extrae el arma homicida—. Este era el último paso para alcanzarla, matar a la creadora, la única con acceso a mis hilos.
Mi error fue pensar en la libertad desde mi condición humana, olvidar que Libertad no es humano sino títere, tan ambicioso y egoísta, que solo anhelaba la salvación para él.