Aparta con la mano un montón de moscas revoloteando sobre un cuenco de fruta florida. En el fregadero, un par de platos por fregar. Lo anota en su libreta. Le gusta apuntar los detalles que le llaman la atención en el momento que revisa el lugar de los hechos.
Se fija en el cuerpo, tumbado en el suelo, boca arriba y con la mitad superior dentro de la cocina. De cintura abajo el cadáver cruza el pasillo. Las piernas presentan una posición algo extraña, como forzada. Lo anota también.
El cabello moreno y rizado cubre su cara, aunque no consigue ocultar una pequeña mancha de sangre coagulada que parece salir de la oreja y que destaca por encima del parqué.
Aún no sabe cuánto lleva muerta. La ha encontrado la señora de la limpieza esta mañana, pero hacía quince días que no venía, así que habrá que esperar al informe forense.
La mujer dice que no ha tocado nada, que en cuanto la ha visto ha llamado a la policía. Lo ha repetido un montón de veces mientras unas hojas de publicidad hacían de abanico improvisado para sofocarse el susto.
En el estudio, el ordenador está encendido. Unas burbujas de colores se desplazan lentamente por la pantalla. Se pone unos guantes de látex para no borrar huellas de posibles sospechosos, y mueve el ratón. Las burbujas desaparecen de repente y aparece una página de apuestas en linea. La victoria de un equipo de fútbol inglés se paga diez a uno.
Al lado del teclado hay una hoja de papel reciclado doblada por la mitad. Deshace el pliegue y ve que en la parte escondida hay escrito con letra que parece de médico, lo siguiente:
«Dinamismo: Doctrina filosófica según la cual la realidad material no se reduce a la masa y al movimiento, sino que admite la existencia de fuerzas.
¿Qué fuerzas me han llevado hasta aquí?»
– Apuestas y filosofía. ¡Qué mezcla más curiosa – Piensa en voz alta.
Las preguntas se le acumulan al igual que la necesidad de fumar. Se quita los guantes y, como no sabe dónde tirarlos, se los mete en el bolsillo. Con cuidado pasa por encima del cuerpo y sale del piso. La espera del ascensor y los cuatro pisos de bajada se hacen eternos. No ha salido del edificio que ya está encendiendo el cigarrillo. Aspira con fuerza dejando que la nicotina actúe en todas y cada una de las células de su cuerpo y la tranquilicen. Aguanta un rato y echa el humo lentamente.
Se siente cansada. Llama a su compañero que se ha quedado arriba. Le da cuatro órdenes, le pide que haga la transcripción del informe y le emplaza a la mañana siguiente en la comisaria. Después de un breve silencio le da las gracias y cuelga.
No está acostumbrada a mostrarse cariñosa, pero es un buen tipo. Cuando cierren el caso le invitará a cenar y quién sabe si a algo más.
Sin embargo, un presentimiento le dice que no será pronto. Este caso se presenta difícil.