ASESINATO EN “SI BEMOL”
Nueva Orleans, llegamos a una pobre habitación del mas pobre hostal del barrio.
Un cuerpo tirado en el suelo con un orificio de entrada por el oído sin observarse salida.
Una guitarra con una cuerda de menos, apoyada en el cabecero de la cama, apuntaba a músico aspirante a ganarse la vida.
Mirando por el orificio de entrada solo se veía que no había nada, me apuesto el cuello que cantaba regetón.
El arma homicida podría ser un Mi sostenido de algún colgao muy posesivo.
Si hubiese sido un Do mayor le habría reventado la cabeza.
La principal sospechosa es la guitarra, declaró que hacía tiempo que no la tocaban, pero las pistas eran confusas, fusas y semifusas.
Una caja de cerillas de un club cercano podría ser la pista, “Purgatorio Bar”.
Entramos al club de jazz pero una nota de silencio abarcaba todo el garito.
Un aspirante a Kurt Savoy practicaba en la esquina de la barra.
Teníamos todas las pistas en torno a un pentagrama.
Una rubia despampanante, Sol Bemoles, cantaba a capela en el club.
-Me cuido mucho de la mafia del pentagrama, son unos notas.
Tras la estrella de voz desgarrada subió un cuarteto de cuerda y metal.
Todo en el garito sonaba a armonía y entre los hielos del whisky sobrevolaba una discusión.
Mecenas de artistas y el dueño de aquel agujero inmundo estaban en gresca con un aspirante a estrella.
Fuimos a ver al regente de ese trozo de infierno y tras soltarle 50 machacantes contantes y sonantes declaró que iba a cambiar los aires del sitio “La música pura no necesita instrumentos”.
Preguntamos por la identidad de la victima y averiguamos que era un clooner y formaba pareja con la cantante.
-Humm, así que no cantaba regetón, tenía el cerebro vacío porque solo cantaba versiones de Sinatra, Bublé o Julio Iglesias, nunca nada original.
El dueño del antro quería un aire nuevo, que revitalizara el sitio.
Parece ser que la victima sería pareja de la bella Sol Sostenido.
Lo vi claro, un apuesto cantante ahora con la cabeza hueca y su único rival practicaba las melodías de Sol entonando silbidos.
Tal vez no fuí muy sigiloso pisando cáscaras de pistachos y cacahuetes a mi paso.
El camarero le sopló quien era y desde que entré no me perdió de vista.
Me identifique con mi placa y por respuesta recibí un mortal Si bemol de Kenny G. con aristas de falsete de Bee Gees .
Antes de detective fuí DJ y por deformación profesional quedé sordo de agudos.
Su ataque desesperado le delató.
Esposado y con los labios precintados con esparadrapo naranja lo arrastramos a comisaría y cantó hasta “La Traviata”.
Silbaba “La muerte tenía un precio” y por un puñado de dólares se encontró solo ante el peligro. Le quedaban muchos años para silbar como un jilguero en una jaula.
La verdad no lo hace nada mal pero es como Chaikovski, hace mucho que no saca nada nuevo.
EDUARDO GARCÍA JURADO.