ASUNTOS PENDIENTES
La fachada de aquél famoso restaurante madrileño, acogía aquella noche el vaivén de las luces
policíacas. Dentro dos chicos de diecinueve años, habían sido asesinados. La policía los
encontró en dos sillas enfrentadas, una tela amordazadaba sus bocas, sus manos y sus pies
habían sido atadas con fuerza y entre sus cejas un tiro mortal había pintado sus rostros de
sangre.
La policía de homicidios, no tardó en llegar, entre ellos, la agente García psicóloga criminal y
encargada del caso. Repasó aquella grotesca escena, no parecía un robo, no se habían llevado
nada de valor del establecimiento, ni habían saqueado la caja registradora, sin embargo, sí había
desaparecido algo; sus placas identificativas, las víctimas eran empleados del local.
Analizando aquella escena, García, comenzó a dibujar en su cabeza un posible perfil; El asesino
había colocado a las víctimas de frente, quería que vieran el sufrimiento en la cara del otro y
aquellas placas identificativas desaparecidas le parecieron una especie de trofeo para el asesino
y no tardó en confirmarlo, alertaron de un caso con características similares a solo unas calles
de allí.
En una gasolinera cercana, una chica de la misma edad que las víctimas había sido asesinada,
se encontraba amordazada, sus pies y sus manos habían sido atados y por supuesto, ni rastro
de su placa identificativa. El asesino la había colocado frente a un espejo, que ahora, teñido de
sangre, ocultaba un recorte de periódico del año 2019.
García lo leyó con atención, se trataba de un caso de acoso escolar que terminó en suicidio, la
víctima, un chico de 15 años que acabó con su vida con una sobredosis de pastillas.
García miró el registro policial, dónde encontró que tras la autopsia, el forense concluyó que
este chico había sido atado fuertemente de pies y manos horas antes de su muerte.
En la cabeza de García, las piezas de este caso, comenzaron a encajar, ¿cómo no lo había visto
antes?, se trataba de una venganza, pero ¿Quién?
García decidió reuniese con el director del instituto al que acudieron estos chicos, éste le
comentó que las víctimas, junto a Laura otra chica de clase, pasaban los días haciéndole la vida
imposible a Miguel, que desesperado terminó quitándosela; según el director, nadie supo del
acoso hasta ese día; tras el suicidio, decidieron dar apoyo psicológico a los alumnos, en especial
a Ángela, la novia de Miguel.
García lo entendió todo Ángela, estaba vengando la muerte de Miguel y ahora solo quedaba
Laura.
La buscó rápidamente, según su móvil, estaba en casa. Cuando llegó la encontraron atada y
amordazada, pero no era Ángela quién apuntaba su cabeza, sino, Ana la madre de Miguel.
García, le preguntó si Miguel habría querido eso, Ana solo repetía » se lo merecían» hasta que
llorando cayó desplomada al suelo, puso su pistola bajo su barbilla y con las lágrimas
recorriendo sus mejillas, disparó. Después de aquello García consiguió que se reabriera el caso
de acoso tanto contra Laura como contra el instituto.