ATRAPADO POR EL JAQUE
Inés Belenguer Tortes | Ari

Como cada viernes por la tarde don Federico se encontraba en casa jugando al ajedrez con don Luís Ibáñez, que esta vez había llegado un poco más tarde de lo habitual. Este último era bajo, grueso, con cabellos cortos y castaños y ojos azules, en cambio don Federico era alto, delgado, con los ojos verdes y rubio.
“Jaque mate” dijo Luís, que siempre ganaba. De pronto llamó a la puerta Alba, la ayudante y esposa de Federico. Esta indicó que había habido un asesinato en el 21 de la calle “Don Carlos Pastor” y en ese mismo instante se despidieron de don Luís y fueron a la dirección indicada, la cual era la casa de la hermana pequeña de Federico, Cristina.
La víctima no era su hermana, como habían pensado, sino un hombre que ella desconocía completamente. Les contó que tras volver del banco (donde trabajaba) se encontró con el crimen y que además faltaban unos documentos con contraseñas importantes del banco.
Investigaron un rato y se avisparon de que en algunos papeles había letras escritas, además de un par de números. Federico y Alba fueron a casa y empezaron a buscar posibles combinaciones.
Durante días intentando resolver el enigma, llegó el viernes y el señor Luís fue a jugar su partida semanal. Este preguntó por Cristina y don Federico respondió algo confundido. Tras volver a perder contra don Luis, el joven detective se puso a pensar en los documentos robados, que eran del banco y descifró la siguiente frase: “Los peones del banco a las 23h”.
Si querían llegar al banco antes de las once y tratar un plan debían salir ya. Federico y Alba dedujeron que los peones eran los guardias de seguridad y que estos estaban en peligro, así que nada más llegar hicieron que se escondieran y junto con ellos esperaron al enemigo.
Al rato llegó un hombre bajo, grueso, con cabellos cortos y ojos azules, era Luís y acababa de ser descubierto. Federico simplemente dijo: “Las conversaciones siempre son peligrosas si se quiere esconder alguna cosa”, refiriéndose a cuando don Luís preguntó por Cristina, ya que don Federico no le había contado en ningún momento que se trataba de ella. Finalmente descubrieron que este entró en casa de Cristina junto con su socio, Eduardo Ferrer, y lo apuñaló discutiendo sobre cómo repartirse el dinero que robarían con las contraseñas.