¿Cómo podríamos sentirnos tan solos en un mundo tan dependiente de entre todas las cosas? Flotamos en tanto hervor. El enojo de los inhábiles contra la inhabilidad, sin consciencia. La superficialidad de las iras totales: La incomprensión de las visiones: La pena de los pies enterrados en pieles que no son tan ajenas, como nada en verdad. Los espejos que se quiebran en otros tantos pedazos. Eso me dijo para invadirme, para eventualmente lograr tocarlo sin piel alguna. Corriendo entre el dolor inútil de las brisas de voces. Esos sueños que dan la bienvenida al mundo de los ojos cerrados y al creer de mis pupilas en tu recuerdo infinito.
Mi mayor sueño habría sido ponerle nombre a todos los lugares que aún desconocíamos. Podría haber visto un mundo muy diferente ante nuestros ojos compartidos, uno en donde todos nuestros hijos estuviesen agarrados entre soplos de viento que nos susurran amores al oído.
Pero ahora en un presente absurdo de corridas apretadas y malentendidos turbios, ya que no nos pertenecemos, ¿quién me dirá que existe tiempo alguno? Porque lo que recuerdo bien es que hubo una temporada de noches eternas, esas que el sol llega para asomarse solo por un instante. Esas en donde ni siquiera existen sus sombras, porque la oscuridad siempre prevalece.
Y así, revolviendo todo en un círculo continuamente fusionado, los gritos sonaban a canción. Lo hacen mientras lo recuerdo. Porque la sangre que formó ríos era nuestra agua más pura, pintando el concreto frío y sucio. Tapándonos los ojos, desde todas nuestra visiones suicidas.
Por más de esas voces en canto, esos fuego fatales y representaciones móviles con alma propia, por más transparencia aparente y el creer en sus palabras que mas bien eran sonidos. Los párpados pesan a diario en ese tiempo negado a lineal.
Porque como lo más difícil, también lo es no hacer caer las noches llenas de luz y los días de nubes sólidas por tanto calor. Los colores que no son iguales y el cambio que si no fuera por el paso de todo aquello, sería entonces solo una contenta dimensión fotográfica, como sus palabras sobre horizontes pintados.
Que se pregunta por qué tuvo que ser así todo aquello. Y que si tanto no entendemos, por qué nos movemos tan rápido sin saber a dónde. Parecería una fábula animada, la naturaleza haciendo solo lo que la naturaleza en realidad hace. La magia existente de las fuerzas de esos vientos y esos amores interminables. Todo lo que incluye ese todo, y otros cuentos para dormir, así con los ojos tan cerrados.