Yo conocía al “Cholo” de su época de jugador del Sevilla. Un Centrocampista excesivamente duro.… Recuerdo enfrentamientos contra el Barça donde, literalmente, me sacaba de quicio.
Después le perdí la pista hasta que volvió a España a entrenar a “su Atléti”.
Jamás olvidaré una Rueda de Prensa en el Camp Nou en un Barça – Atlético.
Y allí estaba Simeone. Impertérrito… Como si aquello no fuese con él.
Sus frases del tipo “Partido a partido…”, “El Fútbol se juega 11 contra 11…”, ”El Partido no termina hasta que el Árbitro no ha pitado…” me dejaron en estado de shock.
Al cabo de los años, comencé a salir con Esther, una chica que siempre me gustó.
Al poco tiempo de intimar ella me comentó que admiraba a alguien. Y pensé… Pues será su Padre, Juanito, al que conozco desde hace medio siglo y es un tipo excepcional.
Pero cuando me dijo que ese alguien era Simeone no lo podía creer.
Ella no es futbolera, pero sí simpatizante del Betis. Sin embargo, hacía ya algún tiempo que me incomodaba algo… Cuando por TV veíamos alguna imagen del “Cholo” el brillo de sus ojos era indescriptible… Jamás le brillaron así conmigo. Yo (ateo desde que tengo uso de razón) rezaba por las noches para que un Jeque se lo llevase a Arabia. Hacía días que ella escribía algo en papel y cuando yo me acercaba escondía el escrito. Pensé que me estaba escribiendo una Carta de Amor. Pero pasaban los días… Una noche la dejé sola en el sofá y vi dónde guardaba esa carta. Por la madrugada, no pude más y la abrí. El título era: “A Mi Querido Cholo”, y el final: “Siempre te esperaré”… Aquello había llegado demasiado lejos y me dispuse a acabar con aquel hombre que había robado el corazón de Esther. Así que, aprovechando que el Padre de ella estaba fuera y yo tenía las llaves de su casa, fui a buscar una escopeta cargada que Juanito tenía desde hacía años para mí por si yo me portaba mal con su hija. Mi Esther no podía enamorarse de un tipo cuya mejor frase era: “Lo que ya se hizo quedó atrás”.
Llegué a Madrid y le esperé a la salida del entrenamiento. Era invierno y había anochecido. Salió solo y no había nadie más. Mi pesadilla estaba a punto de terminar.
Y allí estábamos los 2… Cara a cara (una frase muy Simeone).
Le apunté con la Escopeta mientras su rictus era el mismo de la Rueda de Prensa. Ese tipo estaba hecho de hielo. Cuando fui a quitar el seguro, este se atascó… Se dirigió a mí con su acento Porteño: “Las armas son así…”, “BALA A BALA…”. A partir de ahí, lo único que recuerdo es que tuve un ataque de nervios. He despertado en un Hospital de Madrid y lo primero que he visto en mi mesita es un Libro: “Partido a Partido” firmado y dedicado por él. Mi eterna pesadilla continúa… Dedicado a Esther