CARA A CARA.
Esteban Cajuso Pons | Elfo

¿Qué hacer en una encrucijada así? Desearía poder meditarlo con una copa del mejor brandy, pero no estaba en una situación idónea para conseguir una. Tenía que decidir en aquel mismo momento y, sobre todo, no podía moverse de donde estaba. Si dejaba de apuntar a aquel maldito bastardo con el revólver que tenía en su mano derecha, un Smith & Wesson, no tenía duda alguna de que lo perdería para siempre.

-Por fin nos vemos las caras, detective. Esta es nuestra primera cita.

Se le había escurrido un montón de veces. En el sexto asesinato lo vio: una pequeña sombra fugaz que escapaba del lugar del crimen. Pero la víctima todavía estaba viva y para poder socorrerla tuvo que dejarlo escapar. Aún así, finalmente murió, pues el muy psicópata la había envenenado.

-Dígame, ¿cuántos años llevamos conociéndonos?

Era el mayor asesino que jamás había visto la ciudad. Con una conducta homicida, disfrutaba torturando y matando a gente, obteniendo de ello un placer adictivo. Y ella, como detective principal del caso, lo había sufrido muy de cerca.

-Me gustaría saber a cuántas cosas ha renunciado por estar conmigo. ¿Ha tenido pareja? Seguro que no, o la dejaron culpa mía. Hay mucho celoso suelto, créame.

Se había implicado muchísimo, tanto a nivel profesional como personal, invirtiendo miles de horas de su vida en aquel caso. Y ahora, después de tanto tiempo persiguiéndolo…

-Yo creo que estamos hechos el uno para el otro. Fíjese que, desde que ha llegado, sus ojos no han podido despegarse de mi rostro.

…lo tenía a escasos metros, cara a cara, soltando estupideces sin que ella lo escuchara. Tenía suficiente con escucharse a sí misma y tener que tomar una decisión. De reojo, miró a su alrededor. No había nadie. ¿Y por parte del asesino? No, aquel ser inmundo trabajaba solo. Había analizado su mente de forma tan metódica que lo conocía incluso más que él mismo. Gracias a estudiar las cartas que había mandado a periódicos, las cintas de audio que había enviado a la comisaría y todos y cada uno de los detalles de cada asesinato, se sabía de memoria su perfil psicológico. Aquel bicho era un ser extremadamente solitario, tenía odio hacia el ser humano, incluso casi tanto como el que le tenía ella a él. Pero la eterna pregunta seguía atosigándola. Tenía el destino en su mano derecha, y era tan tentador… No, había jurado obedecer la ley, respetar la justicia y seguir un código ético. Tanto tiempo persiguiendo a ese monstruo le nublaba la mente.

-Tengo que confesarle que cuando conocí a su herma…

Boom.

Vació el tambor entero sobre ese maldito bastardo. Ya había tenido suficiente.

A tomar por saco la ley y la ética. Justicia y punto, pero en su estado más puro y vengativo. A veces, el fin justificaba los medios.

Finalmente, la detective decidió dejar de recordar el pasado. Se levantó de la mesa dejando parte de la comida y se dirigió a su celda.