CASO 557.12 EXTRAPLANETARIO
Pepa Corbacho Jiménez | oukalele

Iniciaba su trabajo comprobando el dispositivo de geolocalización e interpretando, como si fueran las líneas de la mano, cada elemento que mostraba la pantalla. La más leve alteración podría hacer saltar las alarmas, pero se iban a cumplir quinientos días y nada había cambiado. No veía el momento de acabar la investigación, desentrañar lo sucedido con la tripulación y volver a casa.

Había cosas que, aunque le parecían maravillosas, no llegaban a compensar lo solo que se encontraba. Además de las rutinas encomendadas, tenia tiempo para disfrutar de la observación, como cuando tras la lluvia salía el sol entre las densas nubes y las láminas de acero mojadas, que tapizaban la ladera, fulguraban como espejos que no reflejaban nada. Las gotas caían en la arena formando preciosos ríos de aguas irisadas, con formas ondulantes azules, verdes, doradas, creando dibujos hipnóticos. Le fascinaban aún cuando , ya sabía que el agua era puro veneno.

Entre la observación minuciosa del paisaje y el análisis de los datos, tocaba rellenar un sin fin de formularios, todo bajo el ojo incansable de la cámara que registraba cada uno de sus movimientos.

Un día más en el calendario, dando aún tumbos por el habitáculo, tropezó. Sus músculos se estaban resintiendo y tardaban cada vez más en recuperarse tras el descanso. Hacía tiempo que había abandonado la rutina de ejercicios.

—¡Argh!— se le escapó un grito que nadie podría oír— «no mires abajo creo que la rodilla está empezando a sangrar». Qué ridículo se sentía ante los ojos del inspector que seguro le observaba desde la central cómodamente recostado.

Se quedó paralizado por el dolor, pero más todavía por lo que creía que acababa de ver. El golpe contra el saliente había desplazado varios centímetros la mesa, dejando caer un objeto pesado y que no tendría que estar ahí. Una pistola la USP Compact de nueve milímetros, la reglamentaria de la policía hace unos años.

Rápidamente y temblando, tecleó la lista de números que identificaba el arma. Tuvo que releer varias veces el resultado de la búsqueda que hacía que todas sus posibilidades de volver se desvanecieran. No parecía real, pero no había margen de error. Era su arma.