Ciudad con niebla
Núria Visa Reñé | Nuvire

Tiene el sueño ligero habitualmente, pero ese día se despertó con un vuelco en el corazón y desubicada. Estaba soñando que buceaba cuando Morfeo le interceptó con la imagen del cuerpo de María, boca abajo, encima del sofá de su camerino, con el pelo rubio revuelto, la mirada perdida hacia un camino sin retorno y un cinturón tirado al lado.

Levantó la persiana y seguía en pie la noche cubierta de niebla. A la inspectora Palacios le gusta madrugar tomando el primero de sus tres cafés envuelta en el olor a recién molido. Suele aprovechar para revisar sus mails, leer un trocito de alguna novela o ir al gimnasio sin multitud. Sin embargo, cuando se encadenan varios días de niebla persistente por el anticiclón se siente desanimada. Según las predicciones del tiempo, sabía que ése sería uno de esos días en los que no sale el sol. Mientras, tomaba su expreso de forma automatizada revisando el instagram de María, la joven actriz estrangulada hacía una semana presuntamente a manos (o más bien dicho, con el cinturón) de su acosador.

María había referido sentirse intimidada por Miguel. Él se definía en redes como un enamorado de su belleza y talento. Solía sentarse siempre en la misma butaca en el teatro dónde ella actuaba para grabar pequeñas escenas que publicaba junto con dedicatorias en su perfil.

Un escalofrío recorría la espalda de Palacios en todos los funerales al fijarse en la tristeza descarnada de los familiares. Recordó como ese día también notó un estremecimiento provocado por las lágrimas del mejor amigo del prometido de María.

-¿Por qué la puerta del camerino no estaba forzada? ¿Por qué estaba allí el arma del delito? ¿Por qué no aparecía el anillo de prometida de María?- se preguntaba la inspectora revisando toda la información del caso.

Decidió dar orden de búsqueda del anillo. Una mujer de unos sesenta años, canosa, con un moño bajo, bien vestida. Así fue descrita la mujer que lo vendió por parte del propietario de la casa de empeños. Y de repente, la inspectora vió un rayo de luz entre la niebla.

Un agente de seguridad vió salir del camerino un hombre pelirrojo con una gorra una hora tras la función, pero no lo había declarado inicialmente dado que estaba fuera de su sitio con una amante. Constaba una denuncia contra ese mismo hombre de la gorra por estar merodeando cerca de la casa de Miguel, el cuál no se dió cuenta que le faltaba uno de sus cinturones. La madre del hombre pelirrojo, la mujer canosa con moño, quiso eliminar cualquier prueba vendiendo el anillo de prometida cuando se enteró.
Fue así, con todas las pruebas sobre la mesa, cuando el prometido de María, alto, musculoso, con ojos azules, de buena posición social, alto poder adquisitivo y pelirrojo, confesó el crimen.

Ella le había devuelto el anillo rompiendo el compromiso. Él no pudo soportar que María se hubiera enamorado de su amigo. Odiaba amarla.