‘- Imposible derribar su coartada – circunspecta, afirmó la fiscal -.
– Pero ¡¿cómo es posible?! El rastro genético así lo corrobora – la inspectora, nerviosa, era incapaz de aportar nuevas soluciones -. ¡Estaba allí! – sentenció disgustada -.
– Sí, pero la defensa alegará las fotos y sabe que le asistirá el juez.
Sobre la mesa había dispuestas varias fotos. Con todo lujo de detalles, un hombre posaba alegremente frente a la cámara. Como si la buscara, ofrecía sus mejores poses.
– A 300 kilómetros del lugar del crimen. Imposible robar los diamantes y asesinar al joyero al mismo tiempo – alicaída, la fiscal no veía salidas -.
Revolvían y escrutaban las fotos con vehemencia y sacudían sus mentes sin encontrar respuestas. Añadiendo complicaciones, estaba el informe del forense del caso donde, y tras realizar pruebas de ADN, se afirmaba que en las uñas del fallecido había restos biológicos del asesino.
– Cuatro testigos habilitan su coartada, lo siento inspectora.
La policía, pesadamente, se levantó enfilando la puerta de salida. Cabizbaja, y sin poder ofrecer más explicaciones, ya solo le quedaba admitir su derrota. Pero, sabía que algo se le escapaba ¿el qué? Cientos de casos había tenido y ninguno tan obvio y fácil de resolver, pero, por otro lado, tan imposible.
– Pero ¡son sus testigos!
Girándose sobre sí misma y casi a la carrera se sentó de nuevo en la mesa.
– No entiendo – dijo la fiscal dubitativa -.
– Sí, fíjate. Todos son sus compinches, ¿acaso piensas que iban a delatarle?
– ¿Y?
– El forense dijo que el asesinato se produjo entre las 4 y 5 de la tarde y el pie de las fotos marcan las 5:30, está claro, en este punto prevalece su coartada, pero fíjate en esto.
Alargando la mano, le mostró nuevas perspectivas en las fotos.
– Su cara.
– ¿Cómo? – preguntó contrariada la fiscal -.
– Mira de nuevo, la calidad es asombrosa, pero hay un…
– Detalle que no hemos tenido en cuenta. El informe del forense afirma que había ADN en… ¡lucharon! -comprendiendo la orientación de la pesquisa -.
– ¡Eso es! La policía lo detuvo a las 7 tuvo tiempo suficiente para volver, pero no para eliminar la evidencia del corte en su cara. Mira esta foto tomada a las 8 tras su detención, aquí sí está. Mi teoría es ¿deepfake?
– Un montaje hiperrealista suplantando su identidad.
– ¡Sí! Y ese fue su gran error ya que nadie imaginaba que el joyero le plantara cara – sentenció desaforada –. Así pues, aquella tarde un sicario se pinta la cara de azul y le hacen una foto de alta resolución.
– Ya solo queda superponer una imagen guardada del presunto asesino a esa imagen azul sin tener que modificar la fecha y la hora. Pero corrieron demasiado y olvidaron poner una foto actualizada y correspondiente a su verdadero aspecto.
– El alegará que nosotros le pegamos…
– Bueno, estoy segura de que algún experto en ciberseguridad podrá decirnos si estamos en lo cierto o no.
– ¡A trabajar! – alborozadas, gritaron casi al unísono -.