¡Jugando tras los cristales a punto de ser ejecutado!. ¿Eso no es locura?. Jhon Carpenter ha pasado 5 años en el corredor de la muerte, siempre gritando su inocencia. Como su abogado, alegué enajenación mental, sin éxito; ¡quién lo diría!. A mi derecha, de pie, el padre de una de las niñas asesinadas y violadas postmortem, pide justicia a gritos. Mientras, la madre de John reza sin apartar la vista del teléfono del gobernador, esperando una llamada que solo pasa en las películas. Y yo, seguro que arderé en el infierno, pero solo deseo que esto acabe pronto, para que así, mis asesinatos queden impunes.