No es difícil escuchar sobre crímenes, sea la muerte de un vecino en el portal de al lado o un importante dignatario en algún país lejano.
Los motivos son diversos: celos, dinero, religión… Hay variedad para elegir. Pero los peores, los peores crímenes…
No había forma de que no hubiese sido la esposa.
El hombre tenía una puñalada en lado izquierdo del pecho. El arma había perforado un pulmón, causando un neumotórax y la consiguiente muerte por asfixia.
Aunque se había hecho un valiente amago por simular un robo (faltaban un collar de zafiros y la colección de relojes de la víctima) estaba claro que no era más que eso, un amago. Sólo en el salón se podían encontrar un marco de oro y el móvil de la víctima, un modelo valorado al menos en 1000€. Ningún ladrón lo habría dejado atrás.
Tras examinar la puerta se pudo comprobar que estaba claramente forzada, pero desde dentro.
La mujer, deshecha en llanto, insistía en su inocencia pues había permanecido toda la mañana en el trabajo. Tenía varios testigos.
¿Cómo lo había logrado entonces?
Nadie presenció el crimen. Las ventanas del apartamento aunque de diseño clásico llevaban vidrio tipo espejo. Estaban increíblemente relucientes, pero eran inútiles en este caso.
Una nueva mirada al piso reveló una pila de correo recién abierta que consistía en dos panfletos de publicidad, una revista, tres sobres vacíos y dos cartas.
Tres sobres y dos cartas. Curioso.
Dos horas después estaba sentado frente a la esposa en la sala de interrogatorios. Tenía los ojos en carne viva y el dolor en su mirada era evidente.
-Fue él – afirmó. La mujer levantó la vista y lo miró por primera vez -. Y fue usted.
Una pequeña contracción en el ojo izquierdo. Ningún otro movimiento.
-He revisado su correo. Faltaba una carta – aquí sus labios empezaron a temblar -. Me temo que olvidaron esconder el sobre – pronunció esas palabras mientras ponía dicho sobre encima de la mesa.
La rúbrica del 12 de Octubre coronaba el papel.
-Su marido estaba enfermo ¿verdad? Hemos hablado con el hospital. Le diré lo que creo que pasó: recibieron esta carta y no eran buenas noticias, él estaba terminal. No sé de quién fue la idea pero sola nunca habría podido mantenerse, no con su empleo, así que decidieron fingir un robo pues en casos de suicidio el seguro no paga.
>>Vendieron los relojes y el collar a alguien de reputación dudosa para evitar preguntas innecesarias. Forzaron la puerta y usted se marchó a trabajar. En mitad del día y con su coartada asegurada, su esposo metió el cuchillo a presión en el hueco entre las ventanas y se lanzó contra él.
La mujer cerró los ojos con fuerza.
-Cuando volvió a casa sólo tuvo que limpiar las salpicaduras de sangre de las ventanas – continuó -. Después gritó horrorizada y el resto es historia.
Levantó la vista hacia la joven.
-¿Tengo razón?
La chica se desplomó sobre la mesa, sollozando de manera desgarradora.
Los peores crímenes, se cometen por amor.