Alzo la vista, su sonrisa alegro su rostro, era domingo y hacia frío, aunque el sol brillaba en el cielo el viento soplaba con fuerza , fijo su mirada en el teléfono móvil, las redes sociales estaban esa mañana al rojo vivo después del partido de fútbol vivido ayer, la oía reír , jugar, disfrutar , correr, y de repente, el silencio.
Para Fustin era una mañana más de aburridos informes y denuncias tediosas, en esta maldita ciudad nunca pasaba nada interesante, un vecino con un perro escandaloso, una riña de dos conductores por quien tenía que ceder el paso, el dueño de un bar quejándose de las meadas y vasos rotos en la puerta de su local, todo muy repetitivo estaba preparado para una mañana más y de repente el ruido.
Era su mañana libre, llevaba esperándola más de un mes, una mañana para sí sola, empezó con ponerse un tinte moreno 45 para tapar sus incipientes canas, se preparó un café y le pidió a alexa que le pusiera música de los ochenta, el reloj marcaba las doce, le quedaban seis horas y pensaba aprovecharlas al máximo, a las dos había quedado con un compañero del gimnasio para tomar unas cervezas y lo que luego surgiera, estaba feliz con ganas de disfrutar de cada momento, el móvil comenzó a sonar y de repente se paro el tiempo.
Cuando Fustin se personó en el lugar de los hechos lo primero que vio fue un padre llorando, hablando con uno de sus compañeros mientras este tomaba notas, no dejaba de mover las manos y se movía de un lado para otro, como buscando un sito que nunca encontraba, se acercó al tiempo de escuchar lo que había sucedido
-Fue de repente, solo la perdí de vista un segundo, estaba jugando, oía su risa y como corría de un lado para otro
-Vio a alguien más en la plaza?
Pregunto su compañero mientras seguía tomando notas
-No, estábamos solos, como iba yo a pensar.
-Soy el inspector Garcia
Hablo Fustin , indicando a su compañero que a partir del momento mandaba el
-La escuche correr ,como daba cuatro pasos y de repente cuando levante la mirada
Seguía repitiendo el padre, frase que fue interrumpida por los gritos de una mujer increpando desde la distancia, venía acalorada y parecia dispuesta a pegar un puñetazo al padre
-Maldito bastardo, que le has hecho a la niña? Solo tenías que cuidarla una manaña, solo una.
Fustin frenó a la que dedujo que sería la madre y la apartó hacia un lado mientras el padre lloraba y repetía
-La Oía reír
-Debería detenerle, estoy segura de que la hecho algo a la niña, sabia que no me podía fiar de él
La madre se derrumbó en el suelo, Fustin intentó levantarla sin éxito, se quedó observando la escena, como cada uno increpaba al otro, lazándose sus miserias, sus reproches.
Siete años más tarde cuando cerró el expediente bajo el bando “sin resolver “ seguía escuchando lo mismo
-cuatro pasos.