Cuestión de confianza
Sergio García Ávila | Sergio Gavila

La detective Laura Harris se encontraba en su despacho analizando los detalles del caso más difícil al que se había enfrentado en su carrera. Se trataba del asesinato de una joven estrella del cine, cuyo cuerpo había sido encontrado en su casa de Los Ángeles.

Después de semanas de investigaciones, Harris aún no había logrado encontrar ningún sospechoso, pero un día recibió una llamada anónima. La persona al otro lado de la línea dijo tener información relevante para el caso y acordó reunirse con la detective en un restaurante del centro de la ciudad.

Cuando Harris llegó al restaurante, se encontró con una mujer de apariencia distinguida y elegante, que le ofreció un sobre cerrado y le dijo que contenía información importante sobre el asesinato. La mujer, que se identificó como un testigo anónimo, le pidió a Harris que no abriera el sobre hasta que llegara a su despacho.

Harris regresó a su oficina, emocionada por la posibilidad de tener una pista importante. Abrió el sobre, pero en vez de encontrar información útil, encontró una carta escrita a mano que decía: «Lo siento, detective. Se me ha acabado el tiempo».

Al mismo tiempo, recibió una llamada telefónica. La persona al otro lado le dijo que había una bomba en el edificio y que debía salir inmediatamente. Harris corrió hacia la puerta, pero se detuvo al recordar la carta. ¿Era una artimaña para distraerla y que se alejara del caso? ¿O era una verdadera amenaza?

Decidió buscar en su despacho en busca de cualquier pista. En su búsqueda, encontró un mensaje cifrado en un trozo de papel que había estado en el sobre. Usando sus habilidades de descifrado, descubrió que el mensaje decía: «Ve al cementerio de Hollywood a la medianoche. El asesino te estará esperando».

Con la adrenalina corriendo por sus venas, Harris decidió seguir la pista. A la medianoche, llegó al cementerio y se encontró con un hombre vestido de negro, de espaldas a ella. Sin embargo, antes de que pudiera acercarse, el hombre se dio vuelta y sacó un arma.

En ese momento, Harris se dio cuenta de que el asesino era alguien a quien conocía muy bien: su ex compañero en la policía, que había sido expulsado por mala conducta y había sido arrestado varias veces desde entonces. Él estaba obsesionado con ella y la había estado siguiendo desde que comenzó la investigación del caso.

La detective estaba preparada para enfrentarse a él, pero justo cuando estaba a punto de actuar, el hombre se disparó a sí mismo.