Es bueno desconectar del trabajo a no ser que seas detective y la clienta seas tú misma.
─Mamá, por fin llegaste ─le soltó de manera atropellada su hija Alba─. Hay un muerto en la cocina. Creo que es el vecino de al lado. Cuando llegué de clase me cambié y fui a picar algo, pero nada más encender la luz me lo encontré, en el suelo, en un charco de sangre, con un cuchillo en la espalda ─relató sin respirar─. Llama a la policía, díselo ese amigo tuyo, a Daniel.
─¡No puede ser! ─exclamó Berta
Dejó el bolso y el abrigo y cuando llegó ante el cadáver se agachó, confirmó quién era y lo tocó. Todavía estaba caliente y, con preocupación, reconoció el cuchillo como suyo.
─ En un bolsillo sobresale algo.
Dudó, pero acabó buscando unos guantes y lo sacó. Era un sobre. con su nombre. Lo abrió.
─»Berta Martín, esto es un aviso. Si me denuncia iré a por usted» ─leyó en voz alta.
─¿Por qué? ─preguntó al borde del llanto su hija.
─Había robado dinero de la comunidad de vecinos y…
No acabó la frase al sobresaltarles un fuerte portazo en el comedor.
Cuando llegaron vieron que la puerta que daba al pequeño balcón estaba abierta y, como nunca cerraban la del baño, una ráfaga de aire hizo que se cerrara de golpe.
─Alba, ¿tú la dejaste así esta mañana?
─No ─susurró mientras tomaba asiento en el borde de una de las sillas.
Berta se acercó para observar con atención la cerradura. Estaba forzada.
─Yo diría que dos personas entraron por aquí y que una de ellas mató a la otra ─razonó en voz alta─. Vivimos en un segundo piso, pero es fácil pasar de un balcón a otro ─ analizaba mientras miraba fijamente al exterior─. El asesino sabía que yo iba a acusar a este hombre de algo. A su vez, él también debía tener algún tema pendiente con él. Se ofrecería para ayudarle a dejarme el sobre. Pero su intención era matarlo y así parecería que había sido yo. ¿Pero quién? Voto por uno de los otros dos propietarios que hay ahora en el edificio, el del primero segunda y el del tercero primera. Un momento, ¿qué es esto?
Berta, que aún seguía con los guantes, se agachó y cogió algo del suelo. Tras analizarlo fue a la cocina y examinó el pantalón de la víctima. Cuando regresó al comedor ordenó a su hija:
─Alba, baja a la calle y mira si hay luz en el piso de los dos sospechosos.
Mientras su hija estaba fuera Berta salió con cuidado a su pequeño balcón.
─Me lo temía. Pobre cactus, no le queda un solo pincho ─se dijo satisfecha a sí misma.
─Están en casa ─informó Alba al regresar.
─Pues vamos a terminar con esto ahora mismo ─anunció cogiendo su móvil y buscando un contacto─. Daniel, hay un cadáver en mi cocina y sé cómo dar con el asesino.