DAKOTA Y EL MISTERIO DEL INUTIL Y VAGO TENIENTE VASCO-PORTUGES
María Céspedes Balongo | María

El teniente Rogelio Aparicio Noroña —un vasco con sangre portuguesa que llevaba más de media vida morando en Teruel— observaba el cuerpo sin vida de un hombre pegado a la cristalera de una peluquería, aparentemente cara, situada en pleno centro comercial, donde todos parecían conocerse y respetarse, al mismo tiempo que transmitían ciertas rencillas que asomaban a través de sus ojos, aunque acallaran sus lenguas……
—¿Nombre?
—Vasile Dumitru…, es de origen rumano y al parecer tenía un negocio dentro de este mismo centro…
—¡Si! ¡Pobre hombre! Arreglaba televisores, móviles, ordenadores, mandos, despertadores y… , radios —dijo una peluquera, a medio peinar, que no daba crédito a la suciedad que estaba originando dicho cuerpo contra su escaparate, lo que incitaba al recorrido de juramentos e insultos internos maquillados por el freno de la observación del resto de comerciantes que seguían en torno a su figura y el sucio escaparate……
—¡Despeje esto y que se queden los más cercanos!
—¡Está bien!, por favor… ¡Usted, usted y usted!, pasen al interior de la peluquería… El resto…¡Retírense! ¡Están entorpeciendo una investigación! ¡Vamos, rapidito! —se impuso una jovencita que llevaba una semana en el cuerpo y ya había dado muestras de su feroz carácter y de observar con devoción «insana» al teniente vasco¬portugués afincado en Teruel, de quien (aún) no tenía constancia de su falta de profesionalidad, dado que todos los casos los acertaba de churro y en todos bostezaba de una forma molesta y mal educada.…
—¡Identifíquense!
—Soy dueña de esta peluquería…, me llamo Fernandina Salazar…y…
—Yo me llamo Sara Greñas y tengo un local de uñas…¡justo enfrente!…
—¡Perdona bonita, estaba hablando yo!
—¡Puta!
—¡Puta…, tú!
—¡Yo soy seguridad de este centro comercial…, y le podría decir por mi vasta experiencia…!
—¡Cállate! que tú no estás nunca…¡Puto vago! —cortó con saña la peluquera al de seguridad…
—¿Dicen que la víctima arreglaba cosas?
—Bueno…, ¡Arreglar cosas!, más bien, ¡las jodía! Todavía recuerdo cuando……
—¡Agente detenga a esta mujer!
—¿A la peluquera? Perdón, ¿pero en que se basa? —dijo en modo murmullo, la espabilada agente, acercando sus labios al orejón del teniente que comenzaba a bostezar sin freno…
—¡¿Detenerme a mí?! —protestó la peluquera.
—Bueno, pues detenga al «vago» de seguridad.…
—¿Basándose en qué? —volvió a increparle con disimulo la joven agente a un atolondrado teniente que seguía bostezando sin parar……
—Pues a la de las uñas……
—¿Lo dice por la radio…?
—¿Qué radio…?-preguntó el inútil teniente.
—¡Ninguna! —disimuló Sara Greñas…
—¡Tú madre tenía una radio! ¡SÍ! ¡Y el muerto se la destrozó!
—¡¡¡Mentira!!! —Gritó su madre que salió de la nada con una radio manchada de sangre……
—¡Señor, si me permite…, intuyo que la culpable es la madre del local de uñas! —concluyó la agente al oído del «amomado» teniente.
—¡Pues detenga a la madre! —dijo dando por finalizado otro caso, sin reconocer que no daba una, al tiempo que la agente (quien quería ser llamada «Dakota») leía sus derechos a una mujer agarrada con uñas y dientes a una radio rota……
—¡Qué bueno es usted señor!
—¡Esa es la idea!