Detener tu corazón
Antonio Moro Hinojosa | Tony

Me habían avisado por la emisora, un tipo joven había entrado a robar en un comercio y tenía al menos dos rehenes, yo llevo de negociador al menos diez años ya, así que para mí está situación no era nueva, o eso creía, llegue al lugar y fuera estaban mis compañeros parapetados tras los coches patrulla, me comentaron la situación, observé con atención la entrada, y vi a través de uno de los ventanales del comercio, que aquel tipo estaba bastante alejado de ella, mi decisión fue rápida, entraría en el lugar y hablaría con aquel hombre desde dentro, así lo hice, me acerque despacio, llegue a la entrada, y sin más la abrí, aquel hombre ni se percató de mi presencia hasta que no estuve a tan solo unos pasos de él.
– Suelta el arma – le grité, el tipo se volvió a mirarme, y el corazón se me detuvo al instante, era mi hijo, mi único hijo, el arma con el que apuntaba a aquellas personas primero, y después a mí era mía.
Durante unos segundos, mi corazón dejó de latir, es más, creo que ni siquiera respire, estaba… no sé explicarlo, como si estuviera viendo una película, fue su voz la que me devolvió al mundo real
– Tira el arma o mató a esta chica, -dijo poniendo a una chica joven entre él y yo, – he dicho que tires el arma joder – repitió mientras apuntaba a aquella chica a la cabeza.
– Sabes que no puedo – le dije, – suelta el arma por favor, salgamos juntos de aquí, aún no ha pasado nada grave, nada irreparable, por favor – le tendí mi mano, – vamos, acabemos con esto
– No, no puedo, no entiendes, necesito ese dinero, o me matarán,
– ¿Prefieres que te mate yo? – le pregunte sin dejar de mirarle a los ojos.
– Tú… tú no me dispararás, lo sé bien.
– Por favor hijo – la chica cuando escucho la palabra hijo, nos miraba convulsivamente a uno y otro con los ojos desorbitados. – sabes que tendré que hacerlo, no puedo permitir que hagas daño a estas personas
– ¡Pero yo soy tu hijo!… – me grito . – tú no puedes matarme eres mi padre
– Si, soy tu padre, pero también soy policía, y tú acabas de matarme a mi, has matado mi ilusión, mi vida, mi corazón, ya son bastantes cosas ¿ No crees?
Mi hijo, dudo, empezó a llorar y soltó el arma, me fui hacia el, le mire fijamente a los ojos y le di un abrazo, seguidamente le di la vuelta y le esposé, le saque de allí, con la cabeza cubierta por su sudadera, cuando salimos del comercio, mis compañeros iban a aplaudir otro éxito más, pero no lo hicieron, Sabían que algo ocurría, era la primera vez que me veían salir llorando