DIA TRUNCADO
Francisco J Méndez Romero | FJ MENDEZ

Damián, ese día estaba perezoso y no le apetecía mucho salir de patrulla con el coche.
Pretendía hablar con el compañero que estuviese de guardia en el cuartel y cambiarle el servicio, pero al llegar y ver quien estaba de oficial de guardia, sus pretensiones tan solo se quedaron en eso, pretensiones.
Al ver el nombre del teniente Olmedo en la hoja de servicio, desecho la idea de pedir nada, dado que el tío ese era un hueso que tenía el palo de una escoba metido por donde no da el sol.
Total, que cogió las llaves del coche patrulla que le tocaba, aviso a su compañero cuenca y se metieron en el vehículo para iniciar la ronda.
– ¿Has visto quien está de oficial? ¡Menudo prenda! Esperemos tener el día tranquilo. – Comento su compañero.
-Calla, calla. No seas gafe que acabamos de empezar.
Arrancó el coche y salió del cuartelillo de la guardia civil a las 9:30 de la mañana, esperando tener un día aburrido sin tener que intervenir en ningún altercado, porque en esta profesión es mejor estar aburrido qué tener que actuar.
Ya eran las cuatro, habían parado en un restaurante para comer algo ligero y habían tenido un turno tranquilo, salvo por alguna llamada de atención a algún conductor por exceso de velocidad, estaba pasando su jornada de ocho horas sin pena ni gloria. Y lo prefería así.
Cuenca le había estado contando las reformas que estaba haciendo en su casa y como su mujer no paraba de tener ideas para la habitación del bebe.
Damián no tenía pareja y veía lejos todo lo que le contaba su compañero, dada su juventud.
Llevaba poco en el cuerpo, pero lo suficiente para saber que un día tranquilo se puede truncar en un segundo, y así ocurrió.
Sonó a través de la radio la voz del Teniente Olmedo.
“Coche 27, coche 27 diríjanse a la mayor brevedad a la calle Serrano Galvache número 7. Son ustedes la patrulla más cercana. Han denunciado un homicidio”
Al terminar de escuchar la transmisión, sonó el rugido del motor y Cuenca puso la sirena. Llegaron en escasos 4 minutos, abriéndose paso a gran velocidad entre el tráfico.
Allí encontraron una patrulla de militares, dado que la dirección era la Parroquia Castrense de Madrid.
Les dieron paso sin impedimentos y eran los primeros en llegar después de los militares, la policía nacional no había llegado todavía.
Entraron en la Parroquia y Cuenca se giró para vomitar ante la visión de semejante atrocidad.
Damián, observó perplejo la escena de un cura y dos monaguillos, crucificados y eviscerados imitando la escena del Monte Gólgota.
Cogió la radio y se comunicó con el teniente.
– “Mi teniente, mande a la científica, a la judicial y a quien sea, por favor
– ¿Por qué Gómez? ¿Qué hay ahí?
– Nos enfrentamos a un psicópata, mi teniente.”
Damián seguía observando cada detalle y descubrió una frase escrita con sangre.
“El clero morirá”
FJ MENDEZ