DIARIO DE UN PSICÓPATA
Núria Sancho Duran | Airún Airún

2 de octubre

Estoy algo desanimado. ¡Vaya revés! No entiendo cómo se me ha podido pasar por alto tu elocuencia.
Siempre fui amable, atento, por no decir el único que entendía exactamente lo que necesitabas. Hasta llegué a pensar que te sentías mejor y con mayor control en tu vida.
Supongo que tu intuición me delató. Debiste empezar a sentirte ansiosa y eso te llevó a investigar un poco más sobre mí.
Ni en sueños me hubiera imaginado que estabas observando de cerca mis movimientos.
No pasaré el resto de mis días encerrado en estas cuatro paredes acusado de inductor de suicidio. Encontraré la manera de volver, querida Lana.

1 de octubre
Lana se ha metido en un buen lío en el curro.
Su jefe estuvo encerrado con ella en el despacho más de tres horas. Ella no paraba de llorar jurando que no había enviado foto alguna.
Jajaja, lo mío no es la fotografía, pero la composición que hice me quedó de diez.
Al tratarse de un móvil de empresa, su jefe tuvo la brillante idea de encargar una peritación judicial.
Todo apunta a que acabará en despido procedente, y esto acabará por hundirla. Por supuesto, reseteo todas sus ubicaciones cuando me da la gana. Para eso le instalé un rastreador.
Cada día se desahoga escribiendo emails a su amiga Nala.
Se me olvidaba. He instalado en su casa tres cámaras, y parece que su perro anda algo pa’chucho. Cuando entré en casa de Lana no me quedó otra que darle un poco de chocolate con paracetamol.
No aguanto sus lloros. Menos mal que escribir me serena.

30 de septiembre
Hoy vuelve a ser mi primer día del resto de mi vida. He necesitado algunos días para ultimar cada detalle.
De nuevo me siento capaz de desafiar las leyes del Universo. He entrado en tu apartamento mientras estabas en la ducha. ¡Qué buena estás! Si incluso tiene la letra L perfilada en tu pubis.
Qué frikada la suya. Mira quién se va a poner muy pero que muy contento de verte. Tu boss, chatina. Ahora mismo le envío esta fotaza mientras te masajeas tus tetorras. No sé si serán de su agrado, del mío no desde luego.

29 de septiembre
¿Qué por qué soy tu terapeuta, Lana? Sencillamente porque aprendo de las personas que lo pierden todo.
De todas maneras no me ha quedado claro cómo has conseguido mi contacto. Mis tarifas no son nada asequibles y no pareces ser de esa clase de mujeres que tienen una relajada situación económica. Tu cara me es familiar. Pero es que todas me parecéis iguales.
Iguales a Sara, mi niñita. Su trastorno obsesivo compulsivo la acabó destrozando. A pesar de ello, logró excelentes resultados en el bachillerato, y esperaba ir a la Universidad. No pudo ser. Nadie nos ayudó en un sufrimiento que se extendió más de tres años.
Vengar la muerte de Sara me proporciona una enorme paz.