Hallaron el cuerpo en un oscuro callejón. Sin signos de violencia. Al llegar al hospital sólo pudieron certificar su muerte, y observaron que una reciente cicatriz le atravesaba el pecho. Parecía obra de un experto cirujano: un corte limpio, perfectamente trazado sobre el tórax de una mujer que no llegaría a cumplir los 30. Pero lo más sorprendente fue el informe del forense: » ausencia de músculo cardiaco». Alguien le había robado el corazón a aquella joven, y la policía se encontraba ante un extraño caso que resolver.
Mientras tanto, en la quinta planta, el doctor Vidal abrazaba a su hija, aquejada de una cardiopatía congénita. Parecía un milagro que hubieran encontrado tan pronto un órgano compatible. El transplante había sido un éxito.