Una furgoneta oscura se detiene en la parte trasera de los lujosos almacenes berlineses KaDeWe. Es domingo, 25 de enero. Las 02:23 de la madrugada. El frío es intenso. Un individuo embozado de negro baja por una puerta lateral, asciende por una escalera de incendios a un voladizo de la primera planta. Sin ruido, apalanca una ventana de aluminio. Susurra algo a su micro. Otras dos siluetas salen sigilosas del vehículo. Las alarmas no se activan. Los intrusos se dirigen a la planta baja, la zona más exclusiva. Saben lo que hacen. Desvalijan la joyería Wellendorff. Relojes caros, piezas de joyería. Usan guantes de cuero negro, debajo translúcidos de látex. En menos de cuarenta y siete minutos obtienen un botín de varios millones de euros. Al subir a la furgoneta, uno de los guantes de goma, cae al asfalto.
“Sin odio, sin violencia, sin armas” es el mantra de los ladrones de guante blanco.
El celular del sargento Franz Müller de la Brigada de Investigación Judicial vibra y baila sobre la mesilla. Son las seis y veintinueve de la mañana. Medio dormido, ordena: Acordonen toda la manzana, avisen a la Científica, despierten a mis colaboradores. Carl Fisher y Margot Stein. Empieza mal el maldito lunes.
Una hora y media más tarde están los tres en el lugar de los hechos rodeados de “buzos blancos” que buscan evidencias. Espolvorean polvos de talco, toman muestras y, fotografían con esmero todo lo que está fuera de lugar. Un caos.
– Carl, quiero todas las grabaciones de video, esta tarde en mi despacho. Margo, ¿se sabe por dónde entraron?
– Han utilizado una escalera de incendios de la parte trasera. Lo extraño es que no hayan saltado las alarmas. Estamos interrogando a los técnicos de la Empresa de Seguridad.
– Por lo que sabemos, el golpe ha debido ser jugoso. Dentro de poco nos van a caer encima los propietarios, los del seguro, el alcalde y los “Media”. A trabajar, cualquier indicio es importante. Ojos bien abiertos.
Cinco días después, debido al guante hallado en las proximidades, que contiene restos de ADN, se consigue una identificación positiva. El 11 de febrero, dos semanas después del golpe, las fuerzas especiales , detienen en una sala de apuestas de una localidad cercana, a dos gemelos libaneses, fichados anteriormente.
Los interrogatorios son exhaustivos. Los detenidos no se dejan amedrentar. A pesar de que viven de ayuda social, un prestigioso bufete de Alexanderplatz se encarga de su defensa. El análisis del ADN los relaciona con el caso, pero no puede determinar a cuál de los gemelos corresponde la muestra. ¡Su mapa genético es idéntico! La Fiscalía suspende la acusación. Una duda razonable impide que sean juzgados. El botín nunca aparece.
Al día siguiente son portada del Berliner Zeigtung. Hassan sonríe a cámara con ironía. Abbas saca la lengua, despectivo.