Egos Musicales
Hernando Castillo Díaz | Hank Pisolatto

El bajista apoya la llave magnética y se abre la puerta.
Per, el cantante y guitarrista, yace en el suelo. La alfombra de la batería está empapada en sangre. Per tiene el micrófono lleno de sangre dentro de la boca.
Valen se queda congelado y cuando llega Eneko le da un empujón para que entre. Valentín se tambalea y casi cae sobre el cuerpo frío del cantante. Eneko es incapaz de levantar a su compañero. Tiene en las manos baquetas nuevas que traía para el ensayo.
Aparece Marina con la guitarra colgando a su espalda. Los sortea a los dos sin mediar palabra y entra en la sala. Ve la escena, se descuelga la guitarra, la apoya junto al amplificador Fender y saca el móvil del bolsillo.
—¿Policía?, si, mire, tenemos un muerto en la sala de ensayo. Mmmm, sí, hemos encontrado al cantante tirado en el suelo, hay sangre por todos lados…
Eneko y Valen observan a Marina. Valen gira la vista para no ver a Per. El olor a hierro se vuelve insoportable. Trata de respirar hondo pero no puede contenerlo y vomita en el pasillo. Eneko sale corriendo para avisar a Miguel, el dueño de las salas de ensayo.
—No, Eneko, a nadie. Per habrá llegado hace media hora, podemos ver la grabación de la cámara de seguridad. No creo que nos diga mucho, a las cinco suele llegar mucha gente…
Marina y Valentín están detrás de Eneko y los tres miran sobre el hombro de Miguel. Entre las 16:30 y las 17:30 entran alrededor de unas cuarenta personas. Nadie mira a la cámara, algunos entran con capucha, otros son calvos, muchos tienen melena, Miguel intenta reconocerlos. Después de que pasa cada uno, detiene para la grabación y anota un nombre.
Hay uno al que no reconoce a la primera, duda. Se queda pensando. Piensa. Pocos abandonan las salas de ensayo sin devolver las llaves de acceso. Rebobina. Se detienen en esa persona de que llegue la policía. Los maderos se llevan el cuerpo, sacan muestras, toman declaración a todos y se llevan las grabaciones de las cámaras de acceso.
Eneko también ha reconocido a alguien a la segunda visualización.
—¿Quién es? –pregunta Marina. Eneko coge el teléfono y sale fuera a llamar.
—¿No creeréis que soy yo? —pregunta Marina. Parece una mujer, parezco yo, pero no he sido yo.
—¿Entonces por qué te lo has tomado así tan…? —amaga a preguntar Valen
—¿Tan cómo? Oye, que me dejes en paz —Eneko regresa a la oficina de Miguel.
—Eneko, ¡habla, joder! —le increpa Valen. Miguel vapea y observa.
—He llamado a la policía. Ellos sabrán qué hacer.
—¡Cuenta, joder! —insiste Valen —¿Es ella?
—Valen, déjalo. No va con vosotros. Es un antiguo integrante de la banda. Al parecer no ha podido con la envidia de veros triunfar.
—¿Cómo están tan seguros?
—Solo un antiguo integrante de la banda podría odiar tanto a Per.