Una llamada al cuartel de la guardia civil, alertaba de la aparición de un cuerpo en avanzado estado de descomposición.
Era un pueblo pequeño donde nunca había ocurrido un homicidio. Y este suceso apuntaba claramente en esa linea.
Eva, la hija del alcalde fue la que lo encontró. El 15 de junio de 2020 acudió a poner flores en la sepultura de su madre; hacía meses que no la visitaba. Estaba emocionada de poder volver a esa rutina semanal que tanto necesitaba.
La alegría le duró poco, nada más llegar al sepulcro divisó un enjambre de moscas encima de una fosa sin lápida, al lado de la de su madre. Un profundo agujero que por lo que se veía fue cavado a mano. Al lado había una pala y una escalera de madera de las que se utilizan para salir de la cavidad.
Al asomarse vio el cuerpo. La primera impresión fue vomitar. Mareada, en estado de chock se volvió a asomar para ver si podía reconocer el cadáver. No lo reconocía, era imposible por su estado. Pero algo le hacía presagiar, que tenía que ver con la discusión meses antes entre su padre y Andrés, el sepulturero. ¿ De verdad habría sido capaz su progenitor de cometer ese crimen?. Solo tuvo tiempo de hacer la llamada para informar a la guardia civil, antes de caer inconsciente al suelo.
Meses antes, el 13 de marzo de 2020 hubo una pelea en la cantina del pueblo. Varios vecinos fueron testigos de los insultos y amenazas entre el alcalde y el sepulturero. Y como, la trifulca, terminó con una amenaza de muerte del edil al pobre Andrés. Llevaban años siendo enemigos políticos, al igual que sus padres y sus abuelos, enfrentados en la guerra civil por ambos bandos.
Andrés , el sepulturero, se llevó el secreto al más allá. El día 14 de marzo pensó en matar al alcalde harto ya de amenazas y vejaciones. Era un hombre solitario, sin familia y con experiencia debido a su trabajo, para perpetrar un crimen perfecto.
Cavaba un agujero para enterrar allí al alcalde sin presagiar que estaba cavando su propia tumba. Al terminar , retiró la escalera de mano que lo ayudó a subir a la superficie. Una mala pisada lo hizo caer de nuevo al profundo hoyo. No era la primera vez. Mañana , algún familiar que viniera a poner flores a la tumba de al lado o a cualquier otra oiría sus peticiones de auxilio.
No contaba con que esa misma noche confinarían a toda la población mundial por culpa de un virus venido de china. Fue una de las primeras víctimas mortales por culpa del covid. Y Sorprendentemente asintomático.
El alcalde, por culpa del virus no murió, pero fue ingresado, en prisión, como presunto culpable.
Durante esos primeros meses del covid, confinados, nadie acudió al cementerio. Todos los fallecidos fueron incinerados en el crematorio municipal, por orden del alcalde, lo cual incrementó aún más , si cabe, las sospechas.