EL AMOR Y EL CACAO
Eran las 10 de la mañana y la plantación de cacao de Doña Dorotea amaneció con mucho
barullo y movimiento, los policías estaban inspeccionándolo todo, dispusieron acordonar toda
la Finca, nadie podía entrar o salir de ella, los trabajadores estaban asustados y perplejos por la
situación, al parecer los policías sospechan de que en este lugar están enterrados los restos del
patrón Don. Fulgencio.
La teniente de policía Flora Pérez, comienza con la búsqueda y lo primero de lo que se percata
es que en cada lugar donde se procesa el cacao, hay un altar religioso, se parecen mucho a los
que hacen en la semana de los muertos en México, el olor al cacao tostado es muy fuerte que
casi no se puede percibir otros olores, Flora sigue meticulosamente todo el proceso, desde la
recogida del cacao, en la plantación observa que varias plantas se han removido y que el suelo
está muy flojo, en especial una que tenía mucho significado para Fulgencio y Dorotea, ese
árbol de cacao fue el primero que plantaron y que lo cuidaron con mucho mimo porque ese
fue el inicio de un fructífero negocio chocolatero, Flora se dejó guiar por su instinto y
decidieron excavar allí, cerca de aquel árbol, apenas excavaron dos metros y la pala choco con
una caja de metal dorado que tenía un candado, lo forzaron y lo abrieron, Flora
inmediatamente llamo a los forenses, al fondo estaban varios restos humanos, un corazón,
unos pulmones, una cabeza humana, unas manos y una libreta con anotaciones; todos
perplejos por el hallazgo, todo era tan macabro que Dorotea no puedo aguantar y se
desparramo en el suelo, con un profundo llanto decidió confesar, pero para eso pidió que
leyeran la libreta con anotaciones.
Esa libreta pertenecía a Don Fulgencio y en ella estaba anotada todos los secretos de las
recetas secretas de su chocolate y de los rituales mayas ancestrales para preservar el espíritu
del chocolate, pues cuando Fulgencio era joven hizo un viaje a una comunidad maya ancestral,
donde le explicaron que los antiguos mayas, realizaban rituales de sangre para que el Dios del
Chocolate, diera abundantes cosechas de cacao, con un grano grande y oloroso. Flora estaba
leyendo la libreta y no daba crédito a lo que estaba escrito, de repente Dorotea la interrumpió
y le conto que hace un año que su marido estaba obsesionado con la idea del ritual, los
negocios estaban en picada y el no soportaba la idea de perder su finca y la chocolatería y que
por eso ella lo ayudo a planificar su propio sacrificio humano, él estaba tan convencido que el
Dios del chocolate le ayudaría a remontar el negocio.
Los demás restos están enterrados debajo de la paila de tostar el cacao, y en la casona del
secado. Flora no comprendía como Fulgencio pudo arrastrar a su esposa en esta locura.
Mientras Dorotea se justificaba exclamando que lo hizo por amor a Fulgencio y al cacao.