EL CASERO
Xavier Valencia Pereira | ROJOCOMUNA

Tiene que ser esta puerta. No hay otra opción. He recorrido todo el edificio de arriba a abajo. Desde la central me dijeron que era aquí pero no supieron decirme nada más. Sólo que tuviera cuidado mientras no llegaran los refuerzos.
Se oye algo ahí dentro. Parecen unos gemidos de dolor. También oigo llorar a alguien, ¿es un niño? ¡Sí!, ¡es un niño! Joder, joder, joder… Tenía pensado esperar por mis compañeros pero creo que no tengo tiempo. ¿Y si le pasa algo a ese niño mientras yo espero? No me lo perdonaría jamás. ¡Mierda! ¡Joder! En mi primer día libre después de treinta y cuatro días, yo que sólo quería ir a beber unas birras al Gasteiz.
Bueno, tranquilo. Ya está. Toca actuar. Tengo que pensar rápido. No sé cuántos secuestradores hay dentro. ¿Quién coño me escribe? ¡Ostia Toni! ¡Bien, bien! Me da algo de información. Está en el edificio de enfrente y puede ver que hay tres secuestradores, una mujer maniatada y un niño pequeño que tiene sangre en la cara. ¡Pufff! Tengo que actuar ya. A ver si Toni me puede decir las armas que ve desde allí. Venga tío, ayúdame… Vale, puede ver a un tío con una 9 mm y a otro con un rifle. Al tercero no lo puede ver bien pero seguro que también estará armado.
¡Joder, otro golpe! La mujer está llorando ahora con más fuerza y el niño cada vez grita más. Tengo que entrar, no queda otra porque si espero por los demás a lo mejor es demasiado tarde.
¡Coño! que se acerca un viejo, ¡lo que me faltaba! – Señor váyase de aquí. Soy policía, esto es peligroso – .
– Venía a decirle que tengo un juego de llaves. Soy el dueño del piso. Lo tengo alquilado a una pareja con un niño – .
Bueno, esto está bien. Va mejorando algo la situación, aunque sea muy poquito.
– Muchas gracias caballero. Ahora vuelva para su casa rápido y no salga -.
Voy a decirle a Toni que tengo las llaves y voy a entrar. Que me cubra desde la distancia con su Dragunov.
Allá voy. Voy a abrir lo más despacio posible en cuanto Toni me dé su ok.
¡Vamos! Despacio, gira despacio la llave, así. Vas bien. Ya está, no se han dado cuenta. Ahora puedo ver un poco por esta rendija y decidir cuándo entrar.
– ¡Policía!, ¡bajad las armas! – . Uno contra tres, lógico que no me hayan hecho caso, yo tampoco lo haría.
Toni dispara desde enfrente al que tenía el rifle porque me iba a matar. Y yo disparo rápido en el brazo del que tiene la 9 mm. El tercero que también tiene un arma en la mano lo tengo ya justo detrás de mí, pero de repente oigo una voz familiar.
– Como te muevas un pelo te vuelo los sesos ahora mismo, y créeme que lo estoy deseando – dice el casero con una tranquilidad que asusta.