El caso Blanco
Adrián Díaz Barea | A.Díaz

Si te conceden el deseo de elegir como quieres morir, creo que todos optamos por una muerte rápida, indolora, tranquila, cerca de nuestros seres queridos, y a poder ser en nuestra casa o al menos en un lugar reconfortante.
El escenario seleccionado para mi gran final no era exactamente lo que había pensado, aunque el cielo nocturno estaba repleto de estrellas y en cierto modo eso me transmitía paz. El silencio que inundaba ese maravilloso lugar se deshizo en segundos cuando el disparo de la pistola dictaminaba mi muerte. Dentro de esa infectada mansión quemada, donde me había envuelto en una batalla tribal por intentar que no me arrebataran el arma. Fue inútil, finalmente los dos acabamos tirados en ese frío suelo.

– ¿Cuándo lo descubriste inspectora Fernández?. -Jadeaba completamente agotado-.
– Ya lo sabía, antes de entrar en Prada del Rey, mi principal sospechoso siempre fuiste tú.
– ¿Eloísa, verdad?. Maldita, sabía que esa mujer me traería problemas, debí matarla antes.
– Eres un hijo de… . -Aunque quiso terminar la frase, la fatiga no la dejó-.

Efectivamente todo empezó con la muerte de Eloísa Blanco, una mujer desaparecida hace tres años. Dejó su anterior vida sin decir nada y se mudó a este pueblo, aunque no huía, todo lo contrario, ella sabía que se metía en la boca del lobo, un lugar del que probablemente no saldría con vida y lamentablemente así fue.
Todo este tiempo estuvo recabando pruebas, indicios de que el inspector jefe de Prada era el culpable del asesinato del joven Alejandro Luque. Su cuerpo apareció hace siete años, en el mismo lugar en el que ahora se encontraban la inspectora Fernández y el inspector jefe Vega.

– Durante toda la investigación sabías que yo era el culpable y aún así… ¿por qué no me detuviste?. -Preguntaba Vega algo enfurecido-.
– Pruebas, no tenemos ninguna, así que preparé todo este circo para saber si realmente eras tú, no nos equivocábamos.
– No. Yo fui el culpable de las muertes de Alex, de su padre y de Eloísa, quería enterrar todo esto, pero no me habéis dejado opción.
– ¡Entregarte!. Eso es lo que debiste hacer.

Tras la muerte de Alejandro Luque, su padre no descansó hasta encontrar respuestas de lo que realmente le había ocurrido a su hijo, la verdad le llevó a contactar con Eloísa quien se ofreció a ayudarle. Ambos descubrieron que Vega había provocado ese incendio. El motivo, ocultar sus sentimientos.

– Me arrepiento. El miedo a que se desvelara quien soy realmente me nubló, tuve que silenciarlo para que no dijera nada.
– Era un crio. -La inspectora replicó esas palabras con mucha ira-.
– Ya todo da igual, al fin ha acabado esta historia.
– No… .-Su voz sonaba cada vez más débil-.

Vi como se levantaba y marchaba, Vega desaparecía en la oscuridad de la noche, mientras que yo me desangraba lentamente y con un dolor insoportable. Miré al cielo, cerré los ojos y finalmente llegó la tranquilidad.