Tenía toda la pinta de ser un lunes más, en la Jefatura Superior de Policía de Extremadura.
La inspectora Paz Castillo tenía entre sus manos, la autopsia de Luis Espejo, un ciudadano de Olivenza. Había fallecido tres días atrás.
Se había determinado provisionalmente el suicidio, como causa probable de la muerte.
Sin embargo el forense, encontró en su cuerpo, unas altas cantidades de arsénico. Se tenía que investigar.
Silvia Roca, la viuda de Espejo, accedió a hablar con la inspectora. A Paz le resultó una mujer extraña, no mostraba ningún tipo de emoción, hablaba despacio y cabizbaja.
Paz Castillo se percató, que Silvia escondía, sin éxito, diversos moratones. Le preguntó abiertamente, si era víctima de maltrato. La viuda negó con un gesto de la cabeza.
La inspectora abandonó el hogar de los Espejo, con la sensación de que la viuda, sabía mucho más de lo que decía. Y mentía, vaya que si.
Interrogó a los trabajadores de la agencia de transportes. Todos coincidían en que Luis era un buen jefe, trabajador, buen compañero de sus empleados.
Los padres de Espejo habían muerto ya, así que Paz se dispuso a hablar con el familiar más cercano; su hermana Mercedes. Al contrario que su cuñada, Mercedes si estaba profundamente afectada.
Dijo de Luis, que era un buen hermano. Y según su versión, el matrimonio con Silvia era un fracaso y él se sentía infeliz a su lado.
Mercedes también le contó a la inspectora, que Luis tenía una relación con una joven enfermera portuguesa de nombre Neves Sousa. Ella trabajaba en el hospital Santa Luzia en la cercana ciudad de Elvas.
En poco más de veinte minutos, Paz estaba en Elvas dispuesta a interrogar a la enfermera. En el hospital Santa Luzia, le informaron que Neves Sousa, había sufrido un atropello mortal. Llevaba muerta una semana.
La inspectora Castillo tenía ante si un puzzle, con todas las piezas revueltas.
Paz sospechaba que la solución del galimatías, la tenía Silvia Roca. Se personó de nuevo en su casa.
-Silvia, ¿ Conocía usted a Neves Sousa?
-Si, por las fotos de Instagram. Era la amante de mi marido.
– Supongo que sabe que ha fallecido.
-Si, me lo dijo Luis, la noche que se ahorcó. Él la atropelló con su coche.
-¿Le dijo porque lo hizo?
-Si, ella iba a dejarlo. Me dijo que se volvió loco y la mató. Parecía arrepentido.
-¿Silvia, estaba usted envenenando a su marido?
-Si. Lo han visto en la autopsia, ¿no?. Al final el hijo de puta, me lo puso fácil, se echó él solito la cuerda al cuello.
-¿Por qué quería matarlo, Silvia?
-Ja ja ja ja, se lo merecía. Luis nunca me quiso, se casó conmigo para quedarse con la empresa de mi padre. Me odiaba por no haberle dado hijos y en el último año me golpeaba constantemente.
Silvia Roca, pasó a disposición judicial. Sería este un juicio complicado, tenía todos los ingredientes para convertirse en un circo mediático