El detective Murillo estaba acostumbrado a los casos difíciles, pero el caso «Yamaba» era uno de los más desconcertantes que había enfrentado en su carrera.
Todo comenzó con una denuncia masiva de padres de familia sobre el estado de sus hijos quienes se encontraban hospitalizados. El informe médico mostraba que un gran grupo de niños se encontraban física y emocionalmente agotados, todos tenían los mismos síntomas y, por más raro que parezca, todos tenían el mismo lugar en común. Un McDonald ‘s ubicado en Iowa.
Murillo empezó a indagar más sobre el caso hasta que una noticia le llamo la atención sobre el alto índice de vitalidad de los ancianos en la ciudad de Nagoya. Según las personas de la localidad, confirmaban que todo empezó a mejorar desde que la familia Yamaba reformó uno de los restaurantes más clásicos y antiguos de la zona.
Es una locura pero, ¿Habría la posibilidad que ambas noticias tuvieran una conexión?
Murillo sabía que no podía actuar solo, así que contactó con su antigua colega, la detective privada Miranda Ruíz para empezar inmediatamente con el caso.
Después de varias semanas de investigación, Murillo y Ruíz comenzaron a descubrir algunas pistas intrigantes. En el restaurante japonés, notaron que la mayoría de los ancianos eran clientes habituales, y que pedían siempre lo mismo: un guiso de carne con la salsa especial de la casa. Además, en una entrevista que le hicieron a la dueña del restaurante notaron que era muy reservada y reacia a hablar sobre su cocina.
Revisando el interrogatorio al gerente del McDonald ‘s este comentaba que cuando los niños llegaron estaban bien, que incluso habían mejorado los juegos para que sean más interactivos mezclando la actividad física con experiencias digitales para ganar puntos a través de una máquina que habían instalado cerca a las resbaladeras.
Los detectives sabían que tenían que seguir investigando, así que decidieron infiltrarse en ambos lugares. Ruíz se hizo pasar por una turista para obtener más información sobre la salsa especial. Lo único que consiguió era que la salsa era una receta secreta que se había transmitido por generaciones en la familia Yamaba.
Mientras tanto, Murillo estaba en el McDonald ‘s, obteniendo más información sobre la misteriosa máquina de las resbaladeras. Lo que descubrió fue que la máquina generaba ondas electromagnéticas que parecían afectar la energía vital de los niños al terminar el juego.
Con la ayuda de un equipo de científicos, descubrieron que la máquina en el McDonald ‘s estaba conectada a la cocina del restaurante por lo que los juegos absorbían la energía vital convirtiéndola en el insumo perfecto para la salsa especial.
Finalmente, Murillo y Ruíz lograron arrestar al culpable detrás de todo esto. Era un hombre de negocios y muy amigo de la familia Yamaba que iba por distintos “fast food” del mundo para ofrecer estas máquinas y luego vender la energía vital en el mercado negro a personas que querían extender sus años de vida.
Una vez más podemos decir, caso resuelto.