Hombre de antaño rememoraba sus hazañas resolviendo acertijos de la vida; hace poco tiempo atrás le hicieron conocer el abanico de posibilidades de las nuevas tecnologías. Y así navegando por los mares ocultos de las redes, hallo un libro que podría ser una joya por su antigüedad; “Élémens de pathologie externe” de L C P Aubin publicado en 1803.el libro al parecer una de las primeras ediciones. Y totalmente en Francés.
La librery se hallaba en ese cielo grisáceo que solo nos entrega Paris. Lo primero era hacerse con él , pero como comunicarse si no sabia el idioma; y los traductores en Google empezaron su función. Así que enviaba y recibía comunicaciones, que con gran apasionamiento lo hacía avanzar en su meta.
El trato comercial se llevo a cabo solo quedaba esperar, fue entonces que al cabo de dos semanas llego aquel tomo de pasta dura y avejentada, que ilusiono a nuestro protagonista, y se puso en ello tenia que descubrir mas detalles de aquel pedazo de historia escrita.
Observó lo bien conservado de aquel tomo para sus dos siglos que debía tener, sabía que si quería conocer más de este tenía que adentrarse en él. Lo primero era traducir por lo menos parte de aquel y no sus ya 390 paginas…entonces cogió su teléfono móvil que no era de los mas avanzados pero suficiente y con buena nitidez ; abrió la aplicación Lens hizo una captura y casi inmediatamente lo tenía traducido en su teléfono, pensó “Bendita tecnología”.
Un Libro médico sí, pero como ver la certeza de su antigüedad; en sus páginas interiores había una firma de rezaba “los libros que no lleven la firma son falsificaciones». Entonces volvió a su app, pero esta vez hizo la captura y busco imágenes que coincidan, luego de viajar por varias de ellas llego a una “Signé” muy parecida y encontró un libro subido al completo allí hallo la misma página , la misma firma un libro prácticamente igual al suyo, solo que llevaba un sello de la biblioteca donde perteneció “MONACENSIS”, busco en Google he indagando llego a “Biblioteca Estatal de Baviera «en Alemania; su historia decía que antes de 1919 se llamo “Monacensis”.
Nuestro libro ya por lo menos parece tener un siglo de vida…siguió nuestro protagonista en su afanada investigación, descubrió que en aquel libro de internet en la pasta dura llevaba una corona dorada, que el suyo no tenía, y entre una de esas tarde noches que lo acompañaba su instinto, dio por casualidad que la luz del ordenador reflejo una de sus primeras páginas y hallo un llamado sello de agua que solo se veía a contraluz; quedo admirado al encontrar en el una corona que ha de descubrir su origen he historia. Lo cierto es que el libro en su poder tiene una historia por descubrir y quien sabe habrá conocido el poderío Parisino, habrá sido testigo del fatal invento del hombre la guerra.