‘-Ya llego tarde, hoy amaneció lloviendo- Un asco de tráfico…, iba refunfuñando el inspector jefe de policía, Alonso Téllez.
Tenía cita con el jefe de seguridad del museo. No no era la primera vez que acudían, ya habían estado en dos ocasiones más, a visionar las imágenes de la cámara de seguridad. Las grabaciones que se llevaron del museo, se habían borrado misteriosamente.
Están buscando a Mariano Garcia, desaparecido sin dejar rastro, su última ubicación es él museo.
Después de mirar las grabaciones, – No doy crédito, comenta Alonso, justo la última imagen grabada de Mariano Garcia, se le ve de pie mirando un cuadro en la sala del museo, después salen rayas y cuando la imagen se restaura, ya no está. Tampoco se le ve en ninguna sala ni cuando salió por la puerta principal. Antes de eso, si se le ve entrar, recorrer los pasillos, hasta entrar en la sala oeste, ahí se detiene a mirar un cuadro y zas desaparece.
– Qué raro, no dejaba de decir el jefe de policía. ¡¡Aquí hay gato encerrado!! …
Le recuerdo lo del cuadro, le contesta el jefe de seguridad, con una sonrisa burlona.
El cuadro, de autor desconocido, muestra una escena nocturna, en un puente de piedra, estilo gótico hay una bella dama, que resalta de la oscuridad, por su blanca vestimenta. Lo inquietante es su mirada, que parece que te atrapa o te vigila, la sala es grande donde se expone, junto a otros grandes cuadros, pero estes donde estés, la sientes, como que te engancha y tienes que ir a verla, no te quita ojo, te sigue con la mirada. Pero no es lo único inquietante del cuadro, si te fijas bien, él puente no cruza un río de agua, se ven cientos de pequeñas figuras humanas, apelotonadas unas con otras. No le faltan leyendas a este perturbador cuadro. Una de ellas fue que perteneció a un conde, que se obsesionó con el cuadro, cuando visitaba a un amigo, como no quiso vendérselo, lo asesinó para robarlo. Lo mandó colgar en su dormitorio y aquella misma noche el conde desapareció misteriosamente y nunca más se le volvió a ver. Según la leyenda, los hombres que la desean, los rapta y los atrapa en el cuadro y son todas esas personas que forman el río.
– Ya, ya se echó a reír Alonso, ya serio, le pregunta por Natalia,- quiero hablar con ella, ya que ese día, estaba a cargo de la seguridad y claro tenía acceso a las grabaciones.
La familia de Mariano Garcia, ha hecho hincapié de la obsesión que tenía en visitar el museo y que hablaba del cuadro de La Dama. Claro que omiten comentar el desfalco qué hizo en su trabajo, de miles de euros, él día que de desapareció.
– ¿Y dice usted que no le vio?, ¿está segura? Le insiste Alonso.
– No, no conozco a Nano, Natalia se queda callada, mirando al suelo, se da cuenta que su respuesta no ha estado oportuna….