Le habían llamado por la noche, ya entrada la madrugada, extrañamente a su móvil personal. Ella, muy celosa de su privacidad, les daba a pocos ese número… Una voz familiar, apremiante, le indicó la dirección del suceso; también que todavía no habían llamado a la policía, querían una opinión independiente previa a la investigación oficial, ya que sospechaban de la posible implicación de un agente.
Se dirigió al cuarto de baño, tropezando con su ropa, desperdigada por todo el perímetro de su cama al regresar horas antes, como le gustaba hacer cuando volvía demasiado bebida. Miró su deplorable imagen reflejada sobre el lavabo… iba a ser necesario un concienzudo trabajo para parecer la persona que esperaban ver. Con la presteza que da la experiencia de tantos despertares urgentes, completó su obra en poco más de quince minutos. Buscó ropa limpia y en otros cinco ya estaba cogiendo un taxi para acometer aquel nuevo misterio…
Como si despertara de un sueño tomó repentinamente conciencia de que, sin darse cuenta, había acabado rodeada de uniformes: policía científica con sus monos blancos inclinados sobre un cadáver, personal sanitario recogiendo su instrumental, policías con gesto adusto impidiendo el paso a curiosos…
¿Habían pasado minutos, horas…? No podía concretarlo, su ensimismamiento había sido total y absoluto. Recordó vagamente haber sido recibida por un periodista, el mismo que le había estado acosando con preguntas en las últimas semanas sobre otro caso: la muerte de un matrimonio rico y la desaparición de su valiosa colección de piedras preciosas.
Su mirada se clavó en un gran espejo que ocupaba buena parte de la pared del fondo. Ostentaba un tamaño acorde con el de la estancia, un gran salón con altos ventanales a ambos lados y lámparas de araña. La superficie, de bellas baldosas, estaba completamente llena de jarrones de porcelana destrozados. El espejo, intuía, era una pieza clave para descubrir al asesino. Sintió una imperiosa necesidad de acercarse hasta él.
Estaban todos tan concentrados en sus respectivas tareas que nadie le prestó atención. ¡Mejor! ―pensó―, mientras seguía caminando hacia el espejo intentando no topar con nadie para no importunarle, igualmente para no llamar la atención sobre sí misma. Iba con cuidado de no mover ningún marcador numerado de evidencias, había tantos que no pudo evitar reírse para sus adentros.
Vio al periodista hablando con el inspector, parecía lloroso y compungido…, un tanto sobreactuado tal vez……
Recorrió los últimos diez metros por el lado derecho de la habitación, ya que era el único que parecía libre de restos.
Atacó el espejo desde ese lado, tal vez fue eso lo que hizo que no comprendiera rápidamente lo que vio al enfrentarlo. Contempló una neblina, toda la escena que tenía a sus espaldas se reflejaba a través de esa bruma, por primera vez miró el cadáver… conocía esos pantalones, ese finísimo tacón roto, esa cara expertamente maquillada… la comprensión le golpeó como un puñetazo cuando vio ese brillo triunfal en la mirada del periodista, que seguía hablando con el policía…