No tengáis hijos… ¡NUNCA!
Suena a tópico, pero si me vierais ahora mismo lo entenderíais. Lo dejé bien clarito y por escrito para no generar dudas, pues nada oye, me dejaron encerrado en este maldito agujero.
Joder que asco. La verdad es que huelo muy mal y eso que aún no he recibido visitas de ningún ser despreciable ni viscoso. Pero con este hedor, dudo que tarden en llamar a mi puerta.
Podría huir, descubrir el fantástico mundo de los espíritus que me espera ahí fuera pero hay algo que no me deja separarme de mi mismo. Algo con lo que he convivido durante tanto tiempo y, que ahora no es más que un montón de carne muerta pudriéndose conforme avanzan las horas. Me irrita verme en este estado, sobretodo teniendo en cuenta mi físico en la época de juventud. En el instituto era la envidia de mis compañeros, y la fantasía del profesor de matemáticas.
Pero mi etapa favorita sin duda alguna fue la Universidad. Allí conocí a Laura y quizás suene a drama Hollywoodense pero la verdad es que fue el amor de mi vida. Lo compartí todo con ella, incluida la experiencia de ver como nuestros hijos se convertían en unos desgraciados y engreídos victimas de un sistema que les hacia creer ser libres. No quiero meterme en política así que seguimos con mi visión egocéntrica del mundo.
A diferencia de mí, Laura quiso un entierro tradicional y así lo hice. Aunque no creo que fuese demasiado agradable para ella cuando exhumaron su cadáver para meter el mío en su lugar. Sus restos mortales han acabado en una bolsa de plástico, y personalmente me parece una falta de respeto considerable hacia la memoria de un ser humano, pero así funciona la vida.
– ¡Oh mierda! Vete… Sal de aquí bicho asqueroso, mi boca no es un buen lugar para plantar tu nido.
La cena está servida. El ejercito necrófago se aproxima para librar la batalla definitiva. Entiendo que lo que viene a continuación no va a resultar demasiado agradable así que os ahorraré tal sufrimiento.
Los mas morbosos podéis quedaros, aunque visto lo visto si estáis leyendo esto lo mas probable que vosotros también estéis muertos.