EL HORÓSCOPO
Alejandra Espinosa Cuñarro | Selina Kan

“Aries : hoy tendrás un golpe de suerte”
Recordando lo que había leído tomando un café en comisaría, una mueca desdibujó su cara. El olor que desprendía el cadavér desmenbrado que yacía, azul e inerte, delante de ella, tampoco ayudaba.
Le costaba descifrar lo que era: una mezcla entre etanol, carne descompuesta, algo empalagoso y alguna hierba con olor fuerte, que le recordaba a los arbustos de ruda que había en el jardín de su abuelo cuando era pequeña. El asesino llevaba con este 10 muertos, empleándose a fondo y todavía no tenían una sola pista. Era un fantasma que entraba y salía sin que nadie le viera, dejando tras de sí, víctimas sometidas a una tortura inimaginable estando aún con vida , mutiladas y haciendo una especie de coreografía macabra entre sangre y vísceras.
Y ese olor: debía bañarlas en algún líquido antes de empezar la matanza. Ese olor característico no era casualidad ¿una especie de ritual? ¿Algo que pudiera delatar al asesino? Fuera lo que fuese, era su “marca personal”
Del resto, nada, ni huellas, ni marcas, ni testigos, ni puertas forzadas, no seguía ningún patrón. Mataba indistintamente a hombres y mujeres , daba igual edad, raza, nivel económico … solo tenían en común un radio de 17 kilómetros desde el Centro de Madrid. Como elegía a sus víctimas?
-“ De todos los putos asesinos que puede haber, me toca el loco” dijo Gonzalo, su compañero
-“ Te toca el superdotado, Gon”. Todavía no hemos encontrado nada . Ni un pelo, ni un trozo minúsculo de piel bajo las uñas, nada. Cualquiera que viera eso, diria que las víctimas querían colaborar en que la escenita gore saliera perfecta y han hecho todo lo que él les pedía. Y no nos han dejado un “testimonio post mortem “ para poder tirar del hilo.
Pensó que solo tenían que esperar un asesinato más. En todos y cada uno de los escenarios había pintado con sangre en las paredes una cosa : έντεκα
Once, en griego.
5 meses sin dormir, leyendo informes, interrogando a cualquiera que pudiera proporcionar información… sin resultado.
Mientras Gonzalo y los demás seguían esperando a la Judicial, bajó a fumar un cigarro y mirar los buzones. Por si acaso.
Se abrieron las puertas del ascensor y al ir a cerrarse, una mujer puso el pie intentando entrar, era Margot, la forense, que se había adelantado.
-“Espera, por favor”- dijo entrando con celeridad. Entró sonriendo apurada y se puso detrás de ella.
Mientras los pensamientos se agolpaban en su cabeza, dando vueltas a todo lo que tenían hasta la fecha, empezó a sacar un cigarro del bolsillo para fumárselo nada más llegar abajo. De repente algo familiar le hizo fruncir el ceño, muy sutil, leve … olía a verde, a planta, a cuando era pequeña… se estremeció y sus ojos reflejaron el pánico. El horóscopo mentía: no tuvo suerte. Fue la numero 11.