El fallecido yacía en su oficina cerrada por dentro, junto a un escritorio sobre el que había un plato de cerámica en forma de concha, con una ración de paella a medio comer. Era evidente que sólo había ingerido unas cucharadas del alimento.
¿Quién no oyó hablar de la paella, especialidad de la casa de un restaurante madrileño, servido en una «concha» de cerámica, que alcanzó fama y reconocimiento internacional?
Muchos competidores hicieron lo imposible por averiguar el secreto de su preparación. Los propietarios del restaurante referían que eran innumerables los «espías» de la competencia interceptados, con muestras de paella para analizar en laboratorios especializados. Todos los contactados por la policía confesaron que la composición de ese manjar no se diferenciaba del que podía adquirirse en otros tantos de la ciudad. Sin embargo, había algo que lo diferenciaba del resto y lo mantenía en lo más alto del Olimpo culinario! Las cintas de CCTV examinadas, tanto del propio restaurante, como de degustaciones oficiales, no revelaron el secreto. Las pesquisas policiales mostraron que el fallecido era un farmacéutico contratado por una empresa rival y aparecía de forma reiterada en las grabaciones del restaurante. ¿Logró descubrir el misterio y fue eliminado? La paella se cocinaba en enormes sartenes y luego se servía en platos individuales. ¿Quién, cómo y para qué había envenenado al farmacéutico? Las últimas anotaciones del diario del fallecido decían: ¡examinar la vajilla! El análisis de la paella envenenada mostró que la concentración del veneno era mayor en la superficie de contacto entre la comida y el plato. Según las indagaciones en el restaurante las “conchas” no mostraban ni rastro del veneno, pero, además, eran usadas una sola vez. Por su parte, la revisión del vídeo de la cámara de seguridad permitió conocer que el occiso había guardado la concha y su contenido en el portafolio, ya que el sensor de luz instalado a la salida parpadeó intensamente, indicando que se había sacado una pieza de vajilla. En un momento de la investigación un agente policial, de encubierto, fue al restaurante y pidió una ración de paella. Inmediatamente pasó una parte a un plato que había llevado. Entonces…notó la diferencia: era la «concha» la que desprendía un aroma delicado, que le daba a la paella ese inigualable atractivo. Al fin habían descubierto que el ingrediente secreto se hallaba en la “concha”. Un análisis en el laboratorio mostró que la parte inferior de la concha alojaba un chip apenas visible, que al pasar junto al sensor de salida reaccionaba y el aroma dejaba de emitirse e iniciaba una reacción que producía un potente veneno. ¡Una forma ingeniosa de protegerse de la competencia! El dueño se escapó al extranjero y el restaurante cerró. Acabo de recibir una llamada, solicitando mis servicios de detective privado, para investigar por qué una pequeña empresa madrileña ha logrado una fama meteórica con sus espléndidos cócteles servidos en los vasos peculiares! Me recuerda algo ¿Acepto?