Como era habitual en su rutina desde hace un año, la fiscal Karina Rivas se había dispuesto a pasar la noche en vela analizando las nuevas hipótesis que se presentaban en el caso de la desaparición de Laura García, cuando una llamada telefónica la iluminó como un faro en medio de la bruma, la voz al otro lado de la línea solo había dicho un par de frases, sin embargo, aquella información le había dado sentido a todo. La fiscal encendió su ordenador y repasó nuevamente el archivo con las grabaciones de las cámaras de seguridad, había visto esas imágenes cientos de veces, pero esta vez, tal como se lo instruyó la voz metalizada del teléfono, ignoro las fechas y horas de los videos, de pronto su cabeza empezó a dar vueltas, era increíble, sin embargo, ahí estaba, se podía ver con claridad a Laura salir de su casa, cómo caminaba por las estrechas calles de su población y se perdía justo en un punto, un punto que todos habían ignorado durante largos doce meses, tomó su celular y marcó el número de la estación.
—Jefe Martínez, la encontré.
Karina se presentó en la casa de los García a primera hora de la mañana del martes diecinueve de abril, cuando la señora Carmen la vio, supo de inmediato, por la expresión en su rostro, de que había encontrado a su hija.
—¿Dónde está? —preguntó sin poder contener las lágrimas.
—La hemos encontrado en el número catorce de la calle el Rocío estaba…
—Pero qué está diciendo, eso no puede ser —sentía que le faltaba el aire, sus piernas perdían las fuerzas, la fiscal Rivas la tomó por los brazos justo antes de que se desvaneciera.
Cuando la señora Carmen despertó, se encontraba tendida en su cama y Karina estaba sentada en una silla junto a la mesita de luz.
—Fiscal, dígame qué fue lo que pasó con mi hija, dígame que no fue él, no podría soportar perder también a mi hermano.
—Lo siento mucho, señora García, pero hemos encontrado el cuerpo sin vida de su hija, estaba enterrado en el patio de su hermano bajo la construcción de una pequeña bodega, sé que esto es muy difícil para usted, pero necesito que sea fuerte, se vienen cosas muy duras y deberá estar preparada.
—¡No! —un grito desgarrador salió de la garganta de aquella madre, Karina sentía que se le partía el alma, había estado un año buscando a la hija de esa mujer y a pesar de que sabía que a esas alturas era difícil encontrarla con vida, no pudo dejar de sentir que le había fallado y no tan solo eso, sino que le había quitado a otro miembro de su familia en el proceso, rodeó a la señora García con sus brazos y sintió como si estuviera evitando que el alma se le saliera del pecho.
—Sé que es difícil, pero no estará sola —Karina supo en ese instante que este caso marcaría toda su vida profesional.