Dejó su sombrero sobre el escritorio mientras se reclinaba pesadamente en el viejo sillón, no podía permitirse creer a aquel hombre que tenía frente a sí, aunque había algo en él que le atraía a abrir su mente y rebuscar en el rocambolesco discurso que ofrecía.
El hombre aseguraba conocer los pasos que daría el mayor asesino de la historia de España. El viejo detective Sanz le observó atentamente, su ropa y su aspecto no eran comunes. ¿Como creer a alguien que dice no ser de aquí y no poder explicar de donde viene y que conoce perfectamente los pasos que dará un asesino que ni siquiera ha actuado todavía?
Según el desconocido, el asesino era un niño de siete años, huérfano de madre, criado por un padre ausente, al que de vez en cuando acompañaba a vender arrope por las ferias. Decía también que más adelante el niño ingresaría en la legión, donde aprendería técnicas mortales de agresión que usaría en un futuro para matar a más de cincuenta personas.
A punto de jubilarse, el viejo policía no estaba dispuesto a mancillar su carrera por las locuras futuristas de un desconocido. El enigmático visitante proponía dar un giro a la complicada vida del niño, pensaba que al evitarle traumas incurables, conseguiría que no se convirtiera en un asesino implacable.
Aquel hombre le provocaba a Sanz un terrible dolor de cabeza, su mente se resignaba a creerle, pero su corazón e intuición, le abocaron a internarse en aquella extraña teoría. El joven hombre había entrado en su despacho hablando de que iba a pasar en un futuro.
Sanz conocía casos en los que la policía había echado mano de videntes, pero él nunca había creído en nada de eso. Para él solo eran charlatanes en busca de cuatro pesetas.
El visitante insistía en que no tenía nada que ver con videncias, llegaba de un lugar lejano del que no podía dar más detalles, le mostró a Sanz recortes de periódico fechado en 1971, con titulares escalofriantes.
«Atrapan a Manuel Delgado Villegas y declara haber asesinado a cincuenta personas»
¿Quién era este hombre? ¿Pretendía hacer creer a Sanz que era un viajero del tiempo? ¿Era todo un burdo montaje?
Tras varios días de cavilaciones, Sanz decidió actuar. Ideó la forma de intervenir para darle al niño Manuel una vida diferente de la que le esperaba, terció para que el padre le dejara bajo los cuidados de un matrimonio de profesores con dos hijos al que conocía. Vio crecer al niño feliz y colmado de atenciones.
Finalmente, no había tenido que arriesgar su carrera de policía.
Unos años más tarde, llegó una carta al ya anciano Sanz. Al abrirla encontró de nuevo un recorte de periódico fechado en 2028.
«El profesor Manuel Delgado recibe el Premio Nobel de Medicina por el descubrimiento de la cura universal contra el cáncer»
Sanz no se permitió nunca creer del todo la historia que había vivido, pero sintió haber actuado correctamente.