EL OBSERVADOR DE LA MESA
JUAN CARLOS RUANO SACRISTAN | AMARILLO DE AGOSTO

Estaba en una mesa privilegiada, desde ella podía observar al resto de comensales con facilidad.
El comedor no era muy grande, lo que facilitaba mi labor.
Su objetivo: descubrir quien iba a ser el cliente que se iba a ir sin pagar.
Ese día lo tenia más difícil, todas las mesas estaban ocupadas por una o dos personas. Casi siempre el individuo que lo realizaba iba solo.
El primer descarte fue de un señor con pequeño bigote y que de forma maniática, separaba trozos de comida.
El segundo descarte fue el de una joven delgada y con una comida escasa en su mesa.
Los terceros, fueron una pareja que mas que comer en los platos, se comían con las miradas.
El cuarto descarte era el de un señor con una gran barriga, que sólo pedía comida que le pudiese saciar y llenar.
Y cuando iba a realizar el quinto descarte, empecé a observar a un individuo, bien vestido, sentado de forma correcta en la silla, que no apoyaba los brazos en la mesa y degustaba cada plato con gran placer, además observe que encima de la mesa, se encontraban una botella de cava, otra de vino tino, otra de vino blanco y una botella de agua.
Estos últimos detalles fueron los que me llevaron a comunicar al maître que avisase a su jefa, había encontrado al que se iba a ir sin pagar en el día de hoy.