Ella escuchó unas pisadas arriba, se escondió en la oscura bodega. El intruso corpulento bajó las escaleras, alumbrando el camino.
Un goteo lo alerta, quizás un barril rajado vomitaba vino, se dirige hacia el estímulo y una ráfaga de luz penetra en la oscuridad, dirige la linterna hacia el sitio y ve un cuerpo colgado por una soga y agujereado a balazos, como un colador, del cual, chorrea sangre.
Llama a Pérez y baja, cuando se sitúa ante el cadáver y observa el surco de sangre.
-está reciente…tal vez lleve, como mucho una hora muerto-
En el piso de arriba se escucha un revuelo policial, pero sigue presenciando la escena sin ser vista.
– que hagan autopsia, voy con usted a analizar el edificio y alrededores -ordenó y se fueron escalera arriba.
La desconocida arrastrándose, palpó y encontró una palanca, tiró de ella, un sonido chirriante,
retumba y penetra en el pasadizo subterráneo por una angosta gruta.
Los policías corren abajo, alumbran la estancia desorientados, uno atisba un lazo que cuelga de una compuerta metálica y pesada, la abre y todas las miradas se posan en el descubrimiento. Entran dos a un pasillo largo cavado en medio de la nada.
El inspector con el propietario busca respuestas. Afuera cae la tarde, el sol se oculta con un halo de misticismo surrealista y nubes tenebrosas dan paso a una enloquecedora tormenta.
Los agentes olfatean una fetidez sospechosa, al final ven una fosa común, junto a la salida que da a un bosque. Siguen bajo la lluvia a una mujer que se adentra en la espesura.
– ¿puede ser más conciso sobre la gente de su oficio? -interroga el inspector harto de estupideces.
– somos diez hombres-
¿por qué hemos encontrado entonces un lazo, es que hay también una mujer?
-no- los gestos y la mirada insinúan lo contrario, ya que el comisario sabe leer entre líneas.
-dígame la verdad, le puede caer de quince a veinte años por asesinato ¿a quién intenta encubrir, es su mujer acaso? –
Felipe no miró al policía. Sonó el teléfono, lo cogió, el investigador leyó Isabel en la pantalla, se escuchó a una niña al otro lado.
-me persiguen…-
¿Dónde estás? -no te muevas, voy para allá- se levantó nervioso- debo irme-
Salieron afuera, la tormenta cantaba, se montaron en el vehículo policial y fueron al bosque, allí una mujer lloraba con voz de niña, al ver a Felipe lo abrazó, pero golpeó al inspector, alguien disparó a la mujer en la espalda, eran los dos policías.
Isabel era la hija de Felipe y sufría esquizofrenia. Se declaró culpable de los cuerpos encontrados, sufría alucinaciones, fue encerrada en un centro de día y medicada.
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