EL SECRETO DEL PASADO
María Velardo Silva | María

Allí estaba yo, Dana Clark, agente del FBI, con un nuevo caso, una serie de asesinatos en un pueblo. Tres víctimas y todas mujeres.
Llegué y me instalé. Fui a la comisaría y me mostraron fotografías, en todas se veía una letra diferente.
En el hotel estuve leyendo las fichas. Aquellas letras eran iniciales de los nombres de las chicas.
En orden, la S de Samantha, la A de Abby y la R de Rachel.
Al siguiente día fui a preguntar a los vecinos, todas las víctimas discutían con sus padres.
Fui a una cafetería, había un hombre dibujando un retrato de una familia. Otro hombre se acercó.
– ¿Usted es la hermana de aquella chica que desapareció? ¿Qué pasó?
Aún había gente que lo recordaba. Asentí con la cabeza.
– Éramos huérfanas, nuestra casa se incendió. Sobrevivimos pero nuestros padres murieron. En el orfanato ella salió a hacer unos recados y no volvió.
Llegué al hotel, me habían traído un paquete.
Lo abrí y había una nota:

“ Conozco todos tus secretos “

Por la noche encontraron dos víctimas más. Dejando la A de Agnes y la H de Hannah.
Me enviaron otra nota:

» Jugando mi juego»

Mandé a inspeccionarla.
Junté las iniciales de cada chica, formaron «Sarah».
Era el nombre de mi hermana, era un poco raro después de las dos notas.
Identificaron una huella en la nota que pertenecía a un tal Alan. Entré en su casa. Estaba vacía. Había un dibujo de una familia, el mismo que dibujaba el tipo de la cafetería.
Entré en otra habitación que tenía más dibujos. Eran retratos de mi hermana y míos.
Él llegó.
No se le veía sorprendido de verme.
Aquí estás al fin. ¿Quieres saber todo lo que está ocurriendo? Tú destruiste toda posibilidad de tener mi propia familia.
Yo era huérfano y un día tus padres quisieron adoptarme.
Al enterarme de que la posible causa del accidente fue por un secador de pelo, y tu hermana admitiendo la culpa, me la llevé.
Pero confesó que fuiste tú.
Tenía que llamar tu atención. Maté a esas chicas porque no sabían apreciar lo que es tener una familia.
Sarah está escondida en una iglesia abandonada a las afueras.
Sabía que trabajabas para el FBI.
En ese momento entraron varios agentes que avisé y lo arrestaron.
Fui a buscar aquella iglesia. Encontré el cuerpo de mi hermana. Se la llevaron y yo me quedé allí un rato.
Buscando mi coche recibí una llamada de la comisaría, Alan había escapado.
Escuché pasos. Mi arma estaba en el coche. De pronto alguien saltó sobre mí, era Alan.
Me observaba con odio y una de sus manos me tapaba la boca.
No voy a matarte. Te dejaré pero volveré a por ti, y estarás toda tu vida vigilando tu espalda y pensando si ese será el día que iré a buscarte.
Se fue, yo estaba tirada en el suelo con lágrimas hasta que después vinieron a buscarme.
A día de hoy aún no han encontrado a Alan.