Son siete hermanos. El dinero no falta. Ninguno de sus padres tiene trabajo conocido. El hurto y la estafa son su medio de vida, la escuela donde se forjan. La astucia, el engaño, las habilidades manuales, el disfraz, los modales, son sus herramientas. La regla principal es: pase lo que pase, jamás emplear la violencia. Jacques, el quinto de la lista, pronto asombra con sus capacidades. Su padre jordano, su madre argelina. No tiene aspecto de europeo. Nacido en Roma, criado en Paris, habla correctamente cinco idiomas, viste ropa de calidad, sin embargo su tez morena le delata. Pronto intuye como sacar provecho de esa nimiedad.
El teléfono suena en la exclusiva joyería Cartier de Mónaco.
– Buenos días, soy el secretario del emir Alwaleed Bin Abdalah, de la familia real Qatari, actualmente de viaje en su Principado. Quisiéramos concertar una visita a sus instalaciones con el propósito de una adquisición importante piezas exclusivas de su marca. Es indispensable la más absoluta discreción.
Los propietarios se aprestan a complacer a tan insigne cliente, incluso solicitan a su central de Paris el envío de novedades para deslumbrar al príncipe. Las joyas llegan, vía aérea, dos días más tarde incluyendo el diamante rosado único Pink Graff de 14 quilates valorado en más de tres millones de euros.
El día concertado, a las siete y media, el ilustre comprador desciende de una limusina Mercedes, acompañado de una mujer con burka negro.
Al descubrirse para admirar las joyas se presenta una joven de veintitantos años de extraordinaria belleza. Se interesan por varias piezas, en concreto por el anillo de platino y diamantes donde está engarzado el Pink.
Cerrada la venta, se despiden con el compromiso de que su secretario volverá a hacerse cargo de las piezas y satisfará la cantidad acordada. Cuál no será la sorpresa del joyero cuando al día siguiente se percata de la desaparición del famoso anillo. De inmediato se pone en contacto con el secretario del príncipe que le tranquiliza diciendo que su alteza lo ha cogido para gastar una broma y hacerse pasar por ladrón. Transcurridos unos días y ante la falta de noticias, se apresura a interponer la correspondiente denuncia ante las autoridades. En las grabaciones , ni siquiera a cámara lenta, es posible detectar cuándo sustraen el diamante.
Jacques pasea por Zurich. La Interpol le pisa los talones, sin que él se percate. Se dirige a una sucursal del UBS (Unión de Bancos Suizos). Con documentación falsa y cheques manipulados consigue hacerse con 198.000€. Siempre en movimiento se dirige hacia Niza en un Ferrari rojo último modelo. Le acompaña una mujer envuelta en pieles. Son detenidos cerca de Lyon. Tan sólo llevan unos miles de euros en efectivo. Ninguna joya, ninguna tarjeta, ningún cheque.
No será sencillo incriminarle. El Sultán de Paris, mientras le esposan, sonríe tranquilo, confiado.