El Táper.
Juan Antonio Benítez Tena | Perspectiva

Aquí estoy, tumbado en la cama pensando como llegué a esta situación.

El domingo noche después de haber comido en casa de mi madre, traje un táper lleno de sus famosas croquetas de bacalao, las mejores en el mundo!!!, las metí en el frigorífico con la idea de que al día siguiente fueran mi almuerzo en la oficina. A la mañana siguiente al abrir la nevera me lleve una desagradable sorpresa, el táper estaba allí, pero vacío!!!!, como podía haber ocurrido?

Única posibilidad, que alguno de mis dos compañeros de piso se las hubiera comido, pero quien? Juan era el típico chico que cobraba el día 3 de cada mes y el día 8 no tenía dinero ni para comida, sin pensar me acerque a su cuarto, pero la puerta estaba cerrada con llave. Ah, vale!!!, recordé que me había dicho que se iba a pasar el fin de semana a casa de un amigo, era su forma no gastar dinero. Después pensé en Jorge, él siempre ha estado “gordito” y desde que le conozco siempre haciendo todo tipo de dietas, bueno diciendo que hace dietas, porque sé que hay comida escondida suya por toda la casa. Enojado fui a su cuarto y sin llamar abrí la puerta de su habitación acusando del robo, él por supuesto empezó a negar todo, pero cuando oyó que le acusaba de haberse comido las croquetas de bacalao de mi madre alegó que no era posible porque era alérgico al pescado y que se hubiera puesto fatal, en ese punto no puede rebatirle más, no tenía forma de saber si era verdad o no. Así que ese día tuve que comer un triste sándwich de máquina en la oficina.

Estuve toda la semana pensando en la desaparición… Quizás Juan regreso el domingo noche?… Quizás Jorge mintió y no es alérgico al pescado?… Bueno no le quise dar más importancia, hasta que el lunes siguiente paso lo mismo, pero esta vez fueron unos canelones de carne… canelones de carne de mi madre!!!!…y eso que los había escondido atrás del frigorífico… ahora sí que estaba enfadado!!!.

Esta vez estaban los dos en casa y los canelones no eran de pescado, pero por más acusaciones que hiciera, ellos negaban todo alegando no hacían ese tipo de cosas, esto se había convertido en algo personal, estaba decidido a averiguar quien era el ladrón.

Al siguiente domingo traje un táper lleno de albóndigas con salsa de tomate y fui proclamando por la casa que eran las mejores albóndigas del mundo. Las coloqué dentro del frigorífico de forma visible, era imposible que el ladrón no cayera!!!!, y cuando se las comiera se va a cagar, literalmente, porque le había echado un bote entero de laxante. Me fui a la cama con la seguridad que lo cogería… y vaya que si lo cogí… le cogí cuando me vi en el espejo del baño, con los pantalones bajados, con una cagalera descomunal y maldiciendo la forma de enterarme de que era sonámbulo.