El Tesoro del Cine: Un Caso para el Inspector Thomas Radcliffe
Antonio Alaminos | August Adler

El inspector Thomas Radcliffe, de estilo analítico, paseaba por el Londres invernal cuando fue llamado a la mansión del coleccionista Lord Harrington, hallado muerto sin signos de violencia. Junto a él, fotografías de películas clásicas con objetos recortados y una nota: «El tesoro está escondido en el lugar donde las luces se apagan y los sueños cobran vida».

Radcliffe identificó los objetos faltantes como artefactos de producción cinematográfica y descubrió una disputa entre Harrington y otro coleccionista, Gerald Whitmore, por un objeto valioso y raro. El mensaje enigmático sugería que Harrington había encontrado el objeto antes que Whitmore y lo había escondido. Radcliffe dedujo que «el lugar donde las luces se apagan y los sueños cobran vida» era «The Dreamland», un antiguo cine en desuso. Allí, encontró una habitación secreta con objetos de cine clásico y un proyector original de «El acorazado Potemkin» en su centro.

Antes de informar a Scotland Yard, Whitmore apareció, confesando haber asesinado a Harrington con veneno indetectable para apoderarse del tesoro. Sin embargo, Rad cliffe había sido precavido y ya había alertado a sus colegas de la policía. En ese momento, agentes encubiertos irrumpieron en la sala, arrestaron a Whitmore y recuperaron los artefactos robados. Durante el interrogatorio, Whitmore reveló cómo había estado siguiendo a Harrington, esperando el momento adecuado para atacar. Había utilizado un veneno exótico, administrado en el último trago de coñac que compartieron durante una de sus visitas. El veneno había sido diseñado para matar lentamente, sin dejar rastro. Sin embargo, había subestimado el ingenio de Harrington, quien dejó el mensaje enigmático como una pista para que alguien lo encontrara y desentrañara el misterio.

Gracias a su meticulosa investigación y habilidades analíticas, el inspector Thomas Radcliffe pudo resolver el caso y garantizar que Lord Harrington obtuviera justicia. Los artefactos recuperados se entregaron a sus legítimos propietarios y «The Dreamland» fue restaurado como un museo del cine clásico, rindiendo homenaje a la época dorada del cine y al amor de Lord Harrington por el séptimo arte.Radcliffe regresó a sus paseos por el Londres invernal, satisfecho de haber resuelto otro caso complejo, mientras la niebla envolvía la ciudad y los últimos ecos del cine antiguo resonaban en las calles empedradas.