¡Madre mía! ¡que tarde es! Pensé, mientras observaba el reloj que marcaban las 22:30 horas de aquella noche decembrina, donde del frío ya no pedía permiso para ingresar a cualquier lugar de mi cuerpo.
Me encanta jugar al futbol y trotar, son de las cosas que más disfruto en la vida. Siempre busco la manera de no pasar más de dos días sin entrenar o jugar; la capacidad que tengo de encontrar la paz interior cuando práctico alguno de los dos deportes es algo que genera en mí, el deseo de progresar y seguir esforzándome para ser el mejor. “Ufff, paz interior” Termino que últimamente se está volviendo en mi vida un slogan, desde que decidí escuchar a la doctora Rocio…
Estoy a punto de conseguir el cargo que siempre soñé en la Guardia Civil y es un sueño que desde pequeño siempre tuve.
Mi primer contacto con una persecución de policías y ladrones, fue a mis 10 años y recuerdo aquel espacio como si fuera ayer, el cual quedaba más o menos a unos 20 minutos de mi piso.
Cuando por primera vez, corrí por aquel camino amarillo de arena, detrás de quien supuestamente era el ladrón, que le había robado la bolsa a la chica desamparada, sentí que era mi lugar. Cabe aclar que el ladrón era mi amigo de aventuras Ignacio y aquella chica desamparada era mi hermana menor, Constanza. Su gran habilidad era la interpretación y ese día se lució con su papel de damisela en problemas.
Esto que les acabo de contar, fue el primer recuerdo que vino a mi mente cuando colgué aquella llamada que cambiaría mi vida para siempre… Hola Anthon, soy Rocío, te quiero decir que tus pruebas ya salieron y te tengo noticias… yo solo dije – ¿pasa algo? – mejor hablamos en mi despacho, me dijo ella. En ese momento, mi mente se quedó en blanco y supe que algo no tan bueno estaba pasando… Luego de unos segundos volví a recobrar el sentido y solo pude contestar -vale, nos vemos mañana-.
Esa noche fue una de las peores que he tenido en mi vida… no pude pegar el ojo en toda la noche y la cama me dio más vueltas que cuando tuve mi primer botellón a los 18 años con la cuadrilla, (ese día fue inolvidable) pero está vez, las vueltas que daba mi cama no eran por la cantidad de alcohol destilado en mi sangre, era por la preocupación, porque en el fondo sabía que algo en aquella llamada no estaba bien.
Llegué donde Rocío. Me estaba esperando.
Supe en ese momento que las noticias no eran buenas, comenzó por decirme: Anthon, tu carrera ha dado un vuelco y el ascenso debe esperar. Hemos descubierto un caso interno muy grave y eres el mejor descifrando el Comportamiento Humano; te necesitamos.