EL VENTANAL
Jorge Conde Viña | Diego Sanjuan

Diego Sanjuan se despertó en el hotel. El móvil vibraba en el borde de la mesilla, y la tele mostraba un canal de pesca. Apagó la alarma con un gesto en la pantalla y buscó el mando de la tele. Lo encontró al girarse en la cama y clavársele en los huevos. Un despertar apacible para Diego. Mucho mejor que despertarse con una pipa en la boca. No es que le haya pasado, lo vio en alguna película. Pulsó el botón de apagado del mando, decorado con la roña de mil turistas, y adiós pesca. Desde el pasillo del hotel le llegaban ruidos de carritos y aspiradoras. El turno de limpieza había empezado. El móvil marcaba las diez y siete mensajes pendientes. ¿Anoche dejó el cartelito rojo de «no molestar» o el verde de «pasen a limpiar»? Siempre el mismo miedo, y después siempre era el rojo. Pero ya no estaba tranquilo paseándose en huevos. Los gallumbos en el suelo, la camiseta en el baño, y los vaqueros dios sabe. En camiseta y gallumbos la imagen no era muy respetable, pero mejor que recibir desnudo al personal. Momento de leer mensajes:

Mamá
21:46 – Dice tu padre
21:52 – Que
21:55 – …..ñf

Mónica Tinder
22:38 – HOla q tal? M has blokeado?

+34662710176
02:52 – Ha estado bien lo d hoy
02:53 – Reepetimos mañana o que
03:13 – Mira por la ventana, te vaencantar

Quién cojones era ese número, y qué coño había hecho anoche aparte de sobarse mirando pesca. Al menos, en el último mensaje, había una instrucción clara. Diego descorrió las cortinas a tirones, sonaban como un perro arrastrando su correa. En el edificio de enfrente podía ver una habitación, y dentro, sus pantalones vaqueros, los del parche del Ché. Y dentro de sus pantalones, una chica pelirroja. Tumbada en la cama con un brazo colgando y el otro tapándose la cara con el codo. Sólo llevaba los pantalones, tan grandes que le cubrían los pies. Estaba perfectamente en tetas, unas tetas perfectas.

¿Le encantaba como prometía el mensaje? Obviamente, esos gallumbos contenían material sensible. ¿Era ella quien le había escrito? Todo apuntaba a que sí, pero no entendía cómo podía olvidarse de alguien como ella. No era el tipo de chica que solía ligarse, cuando ligaba. Se acercó todo lo que pudo al ventanal, hasta topar con el paquete antes que con la nariz. Doble pitido y vibración.

+34662710176
10:13 – Te lo dije o no

Obviamente, no era ella. La tenía sometida a un profundo análisis, «acoso» en términos judiciales, y esa chica no había movido las manos. Las tetas, tampoco. Diego se giró para responder al mensaje con un previsible «quiencojoneseres» mientras caminaba alrededor de la cama, nervioso. Cuando volvió al ventanal se encontró con que la posición de la chica había cambiado, a peor. Tenía los brazos abiertos y una pistola en la boca.

+34662710176
10:15 – Asi te suena mas??? elije

De cada una de las muñecas colgaba un cartelito. El rojo de «no molestar» y el verde de «pasen a limpiar». Siempre era el rojo, ¿no?