EN BUSCA DE LA VERDAD
Daniel Colucho Maiquez | Dan

Rondaba el mes de Febrero del 50. Hacía frío y la niebla cada vez bajaba más en la ciudad de Granada, y costaba mucho diferenciar hasta las señales de las calles para guiarse por ellas.
El detective Dan no tenía mucho tiempo para encontrar algún indicio del misterio de la personas desaparecidas, que lo único que tenían en común era la falta de algún miembro como pierna o brazo.
Las calles adoquinadas del barrio del albaicín con sus calles estrechas se habían manchado de sangre durante las últimas semanas y nadie lograba encontrar al asesino.
La noche del viernes del último día de febrero, Dan caminaba por el barrio para encontrar cualquier indicio que lo llevara a descubrir, por fin, quien estaba detrás de estos sucesos.
De pronto y a su espalda se escucha el eco de pasos que se acercan. Dan acelera y siente el eco cada vez más cerca, decide esperar en la entrada de una casa para poder distinguir entre la niebla una silueta que se le acerca, aunque la sombra que proyecta el tejado de la entrada donde Dan se esconde no deja ser visto desde la calle. La persona pasa justo por delante sin verlo y continúa su marcha. El detective logra poder ver a la persona, que lleva consigo un bastón para poder equilibrarse a su paso dada su falta visible del pie, y parte de la pierna, portando en su defecto una prótesis metálica que le cubre hasta la rodilla.
Cuando Dan decide incorporase a la calle y proseguir su búsqueda, es sobrepasado en ese mismo instante y sin ser visto, por una misteriosa figura, vestida completamente de negro, con un sombrero de copa y una larga capa con la que cubre parte de la cara, aunque dejando entrever una cicatriz en su cara.
Dan retrocede de pronto sin inhalar ni un ápice de oxigeno para evitar cualquier tipo de sonido. De pronto la figura se abalanza sobre el tullido, cubriéndole la cara con un pañuelo conteniendo algún tipo de somnífero dado que al instante se desploma sin poder defenderse.
En ese mismo momento, Dan se abalanza sobre el, reduciéndolo y haciendo sonar el silbato que todo policía lleva consigo para comunicarse en caso de urgencia con otros compañeros.
La zona se llena rápidamente de otros policias que lo acaban de reducir y dirigen al sospechoso a comisaría.
Después de un largo interrogatorio logran deducir porque el sospechoso en cuestión actuaba de esa manera.
Según explico más tarde en una conferencia el detective Dan, el sospechoso atentaba sobre estos perfiles para sustraer los miembros metálicos de cada uno y así poder adaptarlos para su pequeña hija que después de sufrir un grave accidente, había perdido parte de sus miembros y no tenían dinero para poder suministrárselos.
El padre de la niña fue ingresado en prisión por un larga temporada aunque se pudo ayudar a la niña con su incapacidad y así darle la oportunidad de defenderse frente a la vida.